Uno de los sentimientos más irracionales que se pueden vivir en pareja son los celos. Sin embargo, no tienen una utilidad concreta, y si no se controlan con tiento pueden resultar muy dañinos para la relación. En ocasiones se confunde sentir celos con querer con más profundidad y, sin embargo, sentir celos no es más que el reflejo de un problema profundo en la manera de entender el amor y la relación de pareja.
La raíz no es la pareja, eres tú
Existen múltiples razones para que los celos se apoderen de tu pensamiento, y un análisis pormenorizado probablemente sacaría a la luz que poco a nada tiene que ver con la vida que lleváis en la actualidad tu pareja y tú.
Porque si atendemos a quién es celoso y quién no lo es, descubrimos que hay personas que solo lo serían ante una serie de evidencias muy contundentes, que pondrían de manifiesto una infidelidad en ciernes. Y, sin embargo, existe otro tipo de personas que ante el más mínimo comentario o acto en favor de otra persona, ya se cierran en bloque y enarbolan la bandera de los celos.
Los celosos “habituales” son personas que siempre lo han sido, con esta y con anteriores parejas. Y si no lo fueron siempre, comenzaron a serlo a raíz de una experiencia concreta que les marcó.
Quien tiende a los celos, teme perder el amor, pero también teme sentirse menos valorado. Los celos son un temor a que la pareja encuentre otras experiencias lejos de nuestro lado, pero también simboliza la constatación de que no somos lo suficientemente buenos. Por eso, sí, los celos dependen en gran medida de la autoestima.
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Fortalece tu mente para no dañar tu corazón
Los celos viven en tu cabeza, tener celos es una actitud frente a la vida que resulta temerosa, frustrante, conflictiva y huraña. Controlar los celos significa cojer a este sentimiento por el cuello, sacarle de la caverna en la que vive, mirarle a los ojos y lanzarlo fuera. Como todo miedo a lo desconocido, los celos son un monstruo que vive en la oscuridad y al que debemos despojar de sus armas mirándole a los ojos y a plena luz del día, y planeando determinadas cuestiones: ¿por qué sufrimos celos? ¿qué hay de real en nuestras conjeturas? ¿en qué favorece a nuestra relación mantener una dinámica de celos?
Lo primero que apreciarás cuando mires a los ojos a tus celos es que te has asustado por aquello que considerabas desconocido: frases pronunciadas cuando tú no estás presente, miradas, intenciones y deseos desconocidos que podrían no existir.
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Esto es así porque temes perder el control de tu relación y por eso focalizas tus miedos en los celos sobre terceras personas. Pero lo primero que debes aprender es a situar el control de la pareja en tus sentimientos y en tu autoestima, y no en la libertad de la otra persona.
Darte cuenta de la fragilidad en la que vive tu ánimo es el primer paso. Si tu pareja habla con otras personas y disfruta de plan fuera de la pareja, no lo valores como un fracaso de tu personalidad por no haber podido aportar un complemento que neutralice esa diversión o planes. Vive como un logro de ambos que podáis mantener amistades, planes y autonomía fuera de la pareja, pues es un hecho que rema a favor de vuestra cohesión.
Cuando los integrantes de la pareja viven experiencias de ocio con otras personas, están oxigenando su rutina, y si no permitimos que se ensombrezcan con celos, el retorno será plenamente positivo. Bajo un ambiente de libertad se pueden generar conversaciones de pareja sobre las terceras personas, anécdotas, comparaciones positivas y maduración.
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