Quinoa, té matcha, bayas de Goji, kale, açai, algas marinas… Desde hace unos años, son muchos los alimentos que han pasado de ser unos auténticos desconocidos a ocupar una parte importante de nuestra dieta, llegando incluso a recibir la categoría de 'superalimento'. Uno de ellos son las semillas en sus diferentes versiones: de lino, de sésamo, de chía y, por supuesto, de amapola. Las semillas de amapola provienen de la flor del mismo nombre y su uso en la cocina se ha extendido notablemente. ¿La razón? Ser un ingrediente perfecto para sumar sabor y nutrientes a cualquier dieta saludable y equilibrada.
Leer: Açai: la fruta más saludable del mundo
¿Cuáles son sus propiedades?
Las semillas de amapola son de color negro, de tamaño muy pequeño y tienen un sabor similar al de las nueces. Están más de moda que nunca y se les atribuyen propiedades casi 'milagrosas', que resultan realmente beneficiosas para el organismo. Una de las cualidades por las que destaca este alimento es su gran aporte de minerales, como el calcio, vital para los huesos; el hierro, indispensable para combatir la anemia; o el potasio y el magnesio, eficaces para reducir los calambres musculares y regular la función de la musculatura. También son una importante fuente de fósforo, que favorece la salud ósea y eleva los niveles de energía, así como de zinc, que ayuda a fortalecer las defensas.
Las semillas de amapola también son ricas en ácidos grasos Omega 3 y Omega 6, imprescindibles para las funciones esenciales del organismo y que únicamente podemos obtener a través de la dieta. Además de contribuir a mejorar problemas de la piel como psoriasis o eczemas, estos ácidos grasos poliinsaturados ayudan a combatir y prevenir problemas cardiovasculares, reduciendo los niveles de triglicéridos y colesterol malo (LDL) en sangre. Por otro lado, al ser ricas en fibra, el consumo de este 'superalimento' ayuda a evitar el estreñimiento y regular el tránsito intestinal.
Leer: Atrévete a introducir semillas de cáñamo en tu dieta
¿Cómo introducirlas en la dieta?
Uno de los usos más comunes que se da a estas semillas es como ingrediente en panadería, normalmente como parte de las mezclas de distintos cereales y semillas recubriendo diferentes productos, como los típicos bollitos o bagels. Sin embargo, este ‘tesoro’ nutricional se puede combinar en infinidad de recetas y puede ser consumido de diferentes formas.
Son muy populares para dar sabor y textura a todo tipo de dulces y postres. Una manera muy sencilla de emplear estas semillas es simplemente añadiendo un par de cucharadas a la masa de un bizcocho, unas tortitas o unas galletas. Otra opción de desayuno o merienda tan sabrosa como equilibrada es acompañar un yogur natural con fruta fresca cortada, un mix de semillas y una cucharada de miel. En recetas saladas también ofrecen mucho juego en la cocina, espolvoreándolas directamente sobre ensaladas, pastas, cremas y sopas, o incorporándolas a una salsa o vinagreta.
Además, las semillas de amapola también tienen propiedades calmantes. Las infusiones de este producto contribuyen a la conciliación del sueño por su contenido en alcaloides opiáceos y, por consiguiente, a dormir a pierna suelta.
Leer: Lo que debes saber sobre las semillas de lino para sacarles todo el partido