Así es como la empatía interviene en la mayoría de las discusiones de pareja

Cuando en una relación de pareja que no tiene problemas evidentes, pero surgen las discusiones continuamente, es probable que haya un problema de comunicación que a la larga genere problemas mayores. La empatía suele ser la víctima de estas discusiones, y también es el antídoto para acabar con ellas.

Por Cristina Soria

Si pudiéramos tomar nota de cada discusión de pareja que mantenemos a lo largo del año y con esa información formáramos un gráfico, probablemente veríamos que las discusiones se arrastran por nuestro calendario como borrascas uniformes, que entran en nuestro clima de pareja en masa y luego arrecian. Las discusiones de pareja tienen un componente cíclico y la empatía tiene mucho que ver con esto.

Desde un punto de vista práctico, cuando más discusiones de pareja hay en una relación sana es cuando se dan una de estas dos variables: existen situaciones que estresan la convivencia o se pasa menos tiempo juntos de lo que es habitual.

Ambos supuestos no constituyen un problema en sí mismos, porque una situación de estrés se puede solventar en unión, como un equipo; y el mero hecho de pasar menos tiempo juntos no tendría por qué significar un conflicto. Sin embargo, ambas situaciones necesitan que la comunicación entre ambas partes de la pareja se intensifique para alimentar y cuidar la empatía.

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Situaciones de estrés que aíslan

Cuando la pareja transita por una situación estresante, inevitablemente cada uno vivirá este momento de una forma distinta, porque todos tenemos una personalidad diferente con una sensibilidad que se activa y se repliega ante los distintos estímulos. Es en las situaciones con estrés añadido cuando tendemos a entrar a valorar si el otro no nos entiende, si nosotros sufrimos en mayor medida, o si su empatía no es la suficiente.

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La empatía es, por tanto, un arma de doble filo. Podríamos estar perdiendo empatía sobre nuestra pareja cuando evaluamos si la empatía que mantiene sobre nosotros es inferior o se mantiene en niveles justos. Cuando, precisamente, esta apreciación no debería ser valorada como una competición, porque es más beneficioso cuanto más a favor se rema, y siempre en una dirección común.

Menos contacto, menos empatía

En situaciones en las que se pasa menos tiempo juntos, tales como picos de trabajo en los que el tiempo doméstico se reduce, son momentos en los que la empatía por el otro puede disminuir y generarse de nuevo una fortificación de los propios intereses y necesidades, que contrastan con los que habitualmente entendemos como comunes. Esta bajada de empatía tiene que ver con bajar la “dosis” de comunicación de la pareja, y por desligar las vivencias que les atañen.

Cuanto más similar es el entorno en el que la pareja se desenvuelve en el día a día y más tiempo se comparte, es más probable que la empatía sea mayor, porque nos vemos reflejados en el otro a cada acontecimiento que vive y que vivimos. A la vez, si el contacto es contínuo, no planteamos que debamos de velar solo por uno mismo, sino que es más lógico pensar en la pareja, como un todo.

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La empatía, es remar a favor de la pareja

En el momento en el que ambos integrantes de la pareja entienden que el otro está a favor de la relación y que el sentimiento es mutuo, casi cualquier discusión tiende a evaporarse. Porque si no existen razones de peso que hagan que la pareja viva una crisis, las discusiones rutinarias forman parte de la convivencia, y de la misma forma se engloban en malos entendidos y carencias de comunicación.

Para que las discusiones se atajen y no fomentemos su crecimiento, es necesario comunicarse con claridad y poner por delante los hechos y las intenciones, y no tanto los sentimientos o el orden en el que se han desarrollado los acontecimientos. Hay que poner en práctica el olvido de aquellas cosas que claramente sean un error de comunicación, pues son precisamente esos “nudos” los que separan y se comen la empatía.

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