No permitas que una baja autoestima te ponga límites

La forma en la que nos vemos a nosotros mismos modela la sensación de seguridad y éxito que podremos tener en nuestros empeños. La alta autoestima nos puede coronar haciéndonos creer que somos invencibles; o limitar, convirtiéndonos en presos de nuestros temores.

por Cristina Soria

Ante casi cualquier acción que emprendamos, una parte de nuestra mente se ocupa de proyectar cómo podrá salir y de darnos una sensación visceral de cómo saldremos parados, en el amplio abanico que va de la victoria al fracaso.

Este ejercicio de imaginación no siempre se realiza a nivel consciente, y constituye el primero de los pasos que nuestro cerebro emprende para activar un acto, desde el más sencillo hasta el más complejo; desde pedir la cuenta en un restaurante, hasta ofrecerte para un proyecto laboral.

Ante todo, realizamos un pronóstico, y si de forma visceral creemos que no tendremos éxito, será el momento de madurar los pros y contras a nivel intelectual y de hacer una media entre lo que nos dice el corazón y lo que nos aconseja la razón. Aunque, en este tema, el corazón realmente está representado por la seguridad que tenemos en nosotros mismos. 

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Cuando tenemos la autoestima alta, menos miedo albergamos a que los demás actos futuros fracasen y, por tanto, ante la duda de cómo nos irá haciendo cualquier cosa (a modo de pronóstico) es razonable que creamos que todo irá bien.

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Cuanto más te valores, más te ayudarás

Que seas capaz de afrontar un reto no significa que no haya que pelearlo o que puedan surgir imprevistos o dificultades. Pero cuando nuestra autoestima goza de buena salud disponemos de un poder extra, casi como si fuera una pócima mágica que nos protege: la creencia de que podremos afrontar los imprevistos.

Esto es así porque anteriormente ya hemos tenido éxito, y así se genera una dinámica de pescadilla que se muerde la cola. Cuantas más cosas hemos realizado con éxito (pequeñas o grandes) más tenemos la sensación de que podremos lograr lo que sea. Y cuando más iniciativas han fracasado, menos capacitados para nada nos sentiremos. 

Es decir: a más sensación de éxito, más autoestima, que se traduce en poder emprender más retos. Y cuanto más fracasos, menos autoestima tendremos y, por lo tanto, más dificultad para abrirnos a nuevas experiencias, y menos seguridad para abordarlas en libertad. 

No siempre es una cuestión de cantidad de éxitos o experiencias positivas, sino de vivencias que nos han marcado porque las consideramos importantes. Lo cual resulta muy injusto porque ninguna situación es igual por completo a otra, y aquello que a veces nos hace dudar sobre nuestras capacidades al final no constituye un dato objetivo, sino puro miedo que nos conduce a creer que no somos capaces o que no merecemos intentarlo.

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Pepito Grillo nos pone la zancadilla

Si tienes una baja autoestima, no querrás salirte del camino seguro, reaccionarás con temor ante la novedad y optarás por soluciones conservadoras que no pongan en duda tu razón. Esto te situará siempre en una posición de vulnerabilidad, no permitiendo que la creatividad sea tu aliada, y dejándote siempre en una posición ambigua sobre cuál es tu plan para llegar a tus objetivo. De hecho, en cualquier momento puedes determinar que deberías echarte atrás, reconocer que fue un error intentarlo, y minimizar los riesgos.

Lo cierto es que jamás en el ciclo vital de una persona se puede mantener el mismo nivel de seguridad y de autoestima: todo lo que sube baja, y todo lo que bajó debemos llevarlo a lo más alto. Por eso no debes dejar de intentar hacer aquello que te propones, porque puedes con todo, siempre que recuerdes que no hay decisiones correctas, sino buenos intentos.

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