El cultivo de estas frutas empieza a ser insostenible

La producción vegetal también se ha industrializado, y eso ha producido que la altísima demanda de algunas frutas signifique un grave problema ambiental que amenaza a la fertilidad de las tierras de cultivo a nivel global.

Por Cristina Soria

Que las condiciones ambientales sean óptimas para el cultivo de ciertas frutas puede resultar una bendición para sus agricultores, pues sus productos pueden convertirse en oro. Sin embargo, eso suele producir que las tierras de la zona se conviertan en monocultivos intensivos, sobreexplotando las tierras, y acabando con el resto de flora autóctona.

Las frutas de moda, o con una calidad por encima de la media, acaban haciendo aflorar la picaresca, los cultivos ilegales, la deforestación y los incendios intencionados. Esto es un arma de doble filo: por un lado se trastoca el ciclo natural de unas tierras, y por otro lado se depende de que la moda o la calidad siga pujante, y cuando la demanda decae: esas tierras quedan abandonadas e infértiles.

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El aguacate, el oro verde mexicano

Hasta hace apenas diez años, el aguacate era un fruto casi desconocido para el resto del mundo. Es originario de México, y ha logrado hacerse muy popular gracias al guacamole, que es la mezcla triturada de aguacate, cebolla, tomate y cilantro. Su éxito le ha llamado a convertirse en el llamado “oro verde” de México, porque la calidad de los aguacates cultivados en este país superan claramente a los de otras zonas.

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El aguacate crece en ambientes boscosos con unas condiciones térmicas y un nivel de humedad que logra su perfección en el Estado de Michoacán, México, pese a que también se cultiva en otras zonas del mundo. El mayor importador de aguacate, Estados Unidos, cuenta con algunas zonas de California que logran asemejarse bastante a las originarias de México. Sin embargo, incluso en Estados Unidos, el aguacate más cotizado es el mexicano. 

Esta situación que convierte a los productores mexicanos de aguacate en poseedores de un bien tan preciado, hace que el cultivo de esta fruta se haya descontrolado, sobredimensionando las zonas de cultivo y sobreexplotando las tierras, tanto en zonas que siempre se dedicaron a esta producción como utilizando terrenos no autorizados para la plantación furtiva. Además, en México se recurre a la quema ilegal de bosques para luego plantar aguacates, dado que la ley permite recalificar estas zonas tras los incendios.

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La fresa de Huelva, esperada en toda Europa

El 95% de las fresas que consumimos en España provienen de Huelva, pero además esta provincia española es una de las principales exportadoras de fresa hacia otros países de la Unión Europea. Este éxito de la fresa de Huelva ha ido creciendo a lo largo de los últimos 30 años, y ha significado una revolución económica para la zona.

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Sin embargo, la sobreexplotación de este cultivo, utilizando invernaderos para poder alargar la producción fuera de la temporada, produce muchos problemas medioambientales que fueron puestos de manifiesto por la ONG WWF, tales como la proliferación de pozos ilegales para el riego, explotando el acuífero, deforestación y construcción de caminos y carreteras en pleno Parque Nacional de Doñana. De hecho, los acuíferos de Doñana se están secando a raíz de este cultivo.

Naranjas de Brasil, cuando el consumo baja

Como ha ocurrido con el aguacate, la naranja tuvo su década de gloria y en los años 80 y 90, y fue una de las frutas más demandadas en Estados Unidos. Aunque Florida se considera la Valencia americana por su producción de naranja, la calidad brasileña de estos cítricos siempre fue superior y su precio inferior, por lo que la región agrícola de Sao Paulo se convirtió en la huerta de naranjas para el mercado norteamericano, ocupando más de 604.000 hectáreas para su cultivo.

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Durante décadas se han utilizado procesos industriales para sacar más partido al cultivo de la naranja brasileña, con el impacto de los pesticidas y la deforestación que eso implica. Y entonces, a finales de la década de los 90, el consumo americano varió, y la naranja dejó de ser tan buscada. En la actualidad EE.UU. se autoabastece con la producción de Florida y California, que mantienen además unos precios sostenibles.

¿Qué pasa ahora con Brasil? Las vastas zonas de cultivo de Sao Paulo han quedado abandonadas, y sus tierras altamente contaminadas, dificultando la regeneración de la flora autóctona.

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