A veces, sin darnos cuenta, favorecemos una digestión pesada como consecuencia de algunos hábitos que, por otro lado, son fáciles de evitar si puedes detectarlos. Los que te decimos a continuación pueden liberarte de una vez por todas de la sensación de malestar, hinchazón o pesadez que sentimos a veces tras las comidas.
La ducha, mejor antes de comer
Puede que tengas la costumbre de darte una ducha tras el desayuno, o después de la cena con la intención de relajarte bajo el agua caliente tras un día cansado. Te recomendamos que inviertas el orden y te duches primero, antes de comer, y verás cómo te sientes mejor.
Cuando nos duchamos, aumenta la temperatura corporal, y la sangre deja de enfocarse en su misión de hacer la digestión y se dirige a la superficie de la piel, los pies y las manos. El calor de la ducha hace que la sangre se aleje de los órganos vitales y, por lo tanto, también de nuestro aparato digestivo. Eso provoca que las digestiones se ralenticen más de lo necesario.
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Cuidado con la siesta
Es innegable que lo que más apetece tras una buena comida es un siesta, pero desde luego no va a ser la mejor forma de aligerar la digestión. Lo mismo ocurre por la noche tras la cena, por lo que es mejor esperar un tiempo prudencial antes de meternos en la cama.
Si tras la comida, permanecemos sentados o de pie, los jugos gástricos comienzan su tarea de descomponer la comida para que podamos asimilar todos sus nutrientes. En cambio, si nos tumbamos, los jugos pueden subir hasta el esófago y provocarnos acidez.
Por la noche es importante que las cenas sean ligeras y que terminen, como mínimo, dos horas antes de ir a dormir, porque el sueño hace que las digestiones sean muy lentas.
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Si tus digestiones son pesadas, toma la fruta sola
Si tienes problemas de gases, hinchazón de barriga, o tus digestiones son pesadas, es preferible que tomes la fruta sola, fuera de las comidas. Así se digiere rápidamente y te sentará mucho mejor. Puedes tomarla media hora antes de comer, o dos horas después, tras realizar la digestión. En cambio, si la tomas como postre, sus azúcares fermentarán sobre todo lo que acabas de comer, causando molestias e hinchazón.
Modera el agua en las comidas
No quiere decir que no bebas agua mientras comes. Pero es preferible que no tomes vasos enteros, sino pequeños sorbos cuando sientas sed. Un exceso de agua en las comidas hace que se diluyan los jugos gástricos y sean menos efectivos a la hora de hacer la digestión.
Del mismo modo evita el agua fría o con hielo, porque además de enfriarte a ti enfriará tus jugos gástricos y no podrán descomponer los alimentos como deberían. Es mejor que el agua sea del tiempo o que tomes una infusión un poco caliente al terminar de comer.
No hagas deporte después de comer
Después de comer tu cuerpo necesita la energía de la que dispone para hacer una buena digestión. Si comienzas a practicar ejercicio físico, especialmente si es de alta intensidad, le robamos la energía al sistema digestivo. Al hacer deporte, la sangre lleva a la musculatura todo el oxígeno y todos los nutrientes, de manera que llega menos flujo al estómago y se ralentizan las digestiones. Como consecuencia se pueden producir mareos, calambres y descomposiciones estomacales. Por eso es preferible esperar a hacer la digestión o tomar algo muy ligero, como una pieza de fruta, que nos dé energía pero se digiera con rapidez.
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