El miedo al fracaso es uno de los grandes 'monstruos' a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida. Es aquello que nos paraliza a la hora de tomar decisiones importantes, puesto que el temor a que algo salga mal es, la mayoría de las veces, más poderoso que nuestro propio empeño de triunfar en nuestros proyectos, ya sean personales o profesionales. Esto lo único que hace es dejarnos inmóviles en nuestra zona de confort conformándonos con lo que ya tenemos, aunque no nos haga plenamente felices. Sin embargo, el fracaso es un concepto muy personal y subjetivo puesto que nadie tiene el poder de establecer una verdad absoluta, ni lo que está bien o mal para cada individuo.
Se trata únicamente de percepciones creadas en base a nuestra experiencia personal a las que dotamos de un determinado significado -positivo o negativo- desde nuestra infancia, cuando empezamos a tener conciencia de nosotros mismos y a establecer las bases que sustentarán nuestra personalidad. Por ejemplo, si fuimos constantemente regañados o corregidos ante un determinado comportamiento, hará que le demos una connotación negativa con la que cargaremos toda la vida y a la que le otorguemos el significado de fracaso (aunque esto, realmente, no sea así).
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Tu mejor maestro
Si no cumplimos unas determinadas expectativas que nosotros consideramos como las correctas, automáticamente pensaremos que no hemos estado a la altura, nos frustraremos y pensaremos que hemos fracasado. No obstante, como seres humanos tenemos la oportunidad de corregir nuestros errores. De este modo, el fracaso puede convertirse en un gran maestro del que aprender en la vida ya que él puede ser el que nos motive a superarnos ante cada caída. Tener una actitud positiva ante él y considerarlo una nueva oportunidad para triunfar solo depende de ti. He aquí algunas claves:
- Considerar como fracasos solo aquellos cuyas consecuencias son realmente graves. "Todo en esta vida tiene solución menos la muerte", es una frase popular que pretender darnos ánimos ante las adversidades que tenemos enfrente y que nos puede servir como filtro a la hora de calificar nuestros problemas y adoptar una nueva actitud ante ellos.
- Aprender a identificar los errores para poder corregirlos. Ver dónde hemos fallado para no volver a tropezar con la misma piedra nos hará más fuertes y nos dotará de las herramientas necesarias de las que antes carecíamos para resolver situaciones que nos paralizaban. Interiorizar habilidades para ser más resistentes hará que nos adaptemos más fácilmente a cualquier situación.
- Verlo como una motivación para luchar con más fuerza y energía ante las dificultades. Plantearnos nuevos retos nos ayudará a ilusionarnos y a afrontar el día a día de una manera mucho más esperanzadora. Cambiar el prisma a través del cual vemos la realidad hará que otorguemos un significado distinto a lo que antes nos causaba sufrimiento y malestar.
- No olvidar que en la vida también hay alegrías. Si solo nos fijamos en los fracasos, estaremos desviando la mirada a todas esas pequeñas cosas positivas y maravillosas que nos ofrece constantemente la vida.