La vida siempre nos pone a prueba cuando menos lo esperamos y nos plantea situaciones difíciles o dolorosas de las que no podemos escapar. Cuando llegan esos momentos, podemos sentir que hemos fracasado o que la vida nos castiga de alguna manera. Pero también podemos afrontar la situación y salir fortalecidos de ella. En ese caso estaremos teniendo una actitud resiliente, que sin duda es la que nos vendrá mejor en cualquier momento difícil de nuestra existencia, y que podemos potenciar y desarrollar en nuestro día a día.
Realizar actividades creativas
Desde el ámbito científico ya se ha demostrado que existe una correlación entre creatividad y resiliencia, entendiendo creatividad como la capacidad de resolver los problemas añadiendo un toque de belleza y utilidad, de convertir en algo hermoso una mala experiencia. Cuando una persona se ve obligada a salir de su zona de confort y utiliza todo lo que sabe para hacer algo que antes no habría imaginado, ha utilizado su creatividad y eso le ha hecho adaptarse mejor al nuevo entorno.
Son situaciones que se dan cuando nos quedamos sin trabajo y tenemos que reinventarnos o cuando no vemos obligados a cambiar de lugar de residencia. Realizar de manera personal actividades creativas, como escribir o dibujar, entrena nuestra mente y amplía nuestra mirada sobre aquello que nos rodea, y nos ayuda a descubrir soluciones ingeniosas ante cualquier tipo de problema.
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Practicar el mindfulness
El mindfulness o conciencia plena resulta de gran ayuda a la hora de reaccionar con claridad y seguridad antes los imprevistos de la vida. El mindfulness nos hace vivir el aquí y ahora estando plenamente presentes, y nos ayuda a aceptar los cambios que se presentan en nuestra vida sin pleno aviso. Además, evita que nos sintamos culpables por el pasado o angustiados por el futuro, lo que hace que las experiencias presentes, positivas o no, sean vividas con plenitud y se pueda sacar el máximo provecho de ellas.
Saber cuáles son nuestras limitaciones y capacidades
El autoconocimiento es un arma poderosa a la hora de afrontar cualquier reto que la vida nos plantee. Saber cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles los débiles hace que las metas que nos planteamos en la vida sean posibles y objetivas, y que así podamos trazar nuestro camino con bastante acierto, reduciendo las posibilidades de fracaso y frustración gratuitas. No se trata de renunciar a cumplir nuestros sueños, sino de saber cuáles son los recursos para conseguirlos.
Cuando somos conscientes de nuestras capacidades, podemos confiar en lo que realmente somos capaces de hacer y poner todo nuestro empeño en ello. Del mismo modo, conocer nuestras limitaciones permite que sepamos cuándo es necesario pedir ayuda, o en qué debemos centrarnos si queremos mejorar en algo.
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Tomarse las cosas con sentido del humor
El humor es una de las principales características de las personas resilientes. Si sabes reírte de ti misma y bromear ante la adversidad tienes mucha más facilidad para superar cualquier problema que alguien que no tenga sentido del humor. En los malos momentos, una broma adecuada puede ayudar a liberar tensiones, porque unas buenas risas a tiempo son un gran antídoto contra el estrés.
No se trata de negar el problema, ni mucho menos, sino de ser positivos a la hora de afrontarlos. El sentido del humor hace más llevaderos los malos momentos y nos ayuda a encontrar antes el lado bueno de cualquier situación.
Rodearse de personas positivas
Las personas resilientes saben lo importante que es cuidar las relaciones personales y rodearse de gente positiva. Y es que una actitud positiva ante la vida es clave para saber lidiar con todo tipo de situaciones sin dejar que nos superen. Y esa actitud se tiene, pero también se alimenta y se aprende de aquellos que nos rodean. Mantén a tu lado a las personas que te ayuden a ver el mundo de la mejor manera posible, sin restarle objetividad, y apártate de aquellas que tienen siempre una actitud negativa y te restan la energía que necesitas para vivir tu vida de la mejor manera posible.
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