Tras 90 días de estudio, la ONG Greenpeace ha declarado que Sudáfrica y en concreto la provincia de Mpumalanga es el mayor foco activo de contaminación mundial. En un comunicado emitido por Melita Steele, directora de la campaña de clima y energía de la organización en el continente africano, se ha puesto de manifiesto que "Sudáfrica tiene el grupo de centrales eléctricas a carbón más contaminante del mundo, lo que es inquietante y muy aterrador". Además, la provincia en cuestión cuenta con numerosas reservas de este mineral, lo que la ha convertido en una de las regiones con mayor número de centrales eléctricas a carbón del territorio.
Los datos que han servido para otorgar a Sudáfrica este triste primer puesto fueron recogidos por satélite y revelan que la polución vuela y traspasa las fronteras de Mpumalanga, afectando también con gravedad a Johannesburgo y Pretoria. A pesar de que hace meses el gobierno del país anunció un paquete de medidas para impulsar las energías renovables, el análisis es de lo más crítico con los mandatarios. Tal y como se anunció desde el parlamento sudafricano, se estima que, para el año 2030, la energía generada con carbón disminuya al menos hasta la mitad y, aún así, seguiría suponiendo el 65% del total.
Pero el país africano no es el único gran foco de contaminación detectado por Greenpeace que, desde el mismo comunicado, ha señalado sendos complejos eléctricos con el carbón como fuente principal en Alemania y la India, además de 9 plantas industriales del mismo tipo en China.
El impacto del carbón
El carbón está considerado uno de los combustibles más contaminantes que existe, pero su abundancia y lo económico que resulta extraerlo y procesarlo, en comparación con otras fuentes de energía mucho más limpias y renovables, hace que se siga utilizando en muchos lugares del planeta.
Al procesar carbón en centrales para la obtención de energía eléctrica se emiten gran cantidad de sustancias tóxicas como dióxido de carbono, mercurio y hollín, todas ellas altamente perjudiciales para la salud de las poblaciones cercanas a las plantas en cuestión y para la lucha contra el cambio climático. Además, las centrales de carbón se consideran factorías poco eficientes ya que solo se aprovecha una proporción muy baja de la cantidad que se utiliza.