Alimentación emocional: 'Como para callar lo que siento'
El abandono, el miedo a crecer, la rabia o la tristeza pueden estar detrás de una relación desequilibrada con la comida
Darse atracones sin sentido, que a la postre nos acaban haciendo sentir mal, o una falta inexplicable de apetito son, por ejemplo, manifestaciones que pueden estar vinculadas con una disfunción a nivel afectivo. Comida y emoción están estrechamente relacionadas y es en el terreno psicológico donde se encuentran muchas de las respuestas que el plano 'real' no es capaz de responder. Esto es algo que no sorprende en casos graves, los que derivan en trastornos alimenticios como anorexia o bulimia, entre otros, pero menos evidente en actitudes como las anteriormente mencionadas, pues todos nos identificamos con ellas en mayor o menor medida y las vemos como algo cotidiano. Sin embargo, tienen mucho que ver; cómo nos relacionamos con la comida habla de cómo nos relacionamos a nivel emocional con los otros y con nosotros mismos.
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Como para callar lo que siento
"Las dificultades con la alimentación son una manera de expresar sentimientos que no pueden ser dichos, así como las emociones que no pueden ser reconocidas o los afectos que desde nuestro inconsciente intentan manifestarse", asegura Isabel Menéndez, psicóloga psicoanalista experta en este terreno y autora del libro Alimentación emocional. "Desamor, abandono, culpa, rabia, celos, rivalidad, angustia o tristeza son algunos de los sentimientos que pueden estar intentando expresarse tras los conflictos con la alimentación", explica.
De esta manera, tras una alimentación desordenada y poco saludable, ingestas excesivas o 'pérdida' de apetito hay una intención dirigida no solo a callar sino a 'calmar' lo que sentimos y alimentar las emociones, más allá de las necesidades fisiológicas del cuerpo. Nos cuidamos y castigamos a través de la comida de manera inconsciente pues "cuando nuestra boca no pronuncia lo que sentimos, traga para aliviar la tensión emocional".
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Poner atención en qué nos ocurre
"Cuando tenemos problemas con la comida, sería conveniente reflexionar qué estado de ánimo nos provocan el hambre o la inapetencia, qué deseos, ambiciones, decepciones o fantasías se ocultan tras esos actos que nos llevan a deglutir o a rechazar el alimento", detalla Isabel. "Detenernos a pensar lo que nos ocurre y ponerle palabras puede ayudarnos a contener el ansia de comer". Es importante verbalizar las emociones para entonces poder ahondar en el origen del conflicto interno.
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Conflictos internos y aumento de peso
Uno de los síntomas que más se produce y más preocupa de esta llamada 'alimentación emocional' es el aumento de peso. Sobre este desequilibrio detalla la psicoanalista que puede estar relacionado con tres conflictos internos. Por un lado, el miedo a crecer, la incapacidad de romper el vínculo con un ambiente familiar protector. En este caso la comida viene a representar la protección de los padres ante el temor de enfrentarnos a situaciones adultas. Por otro lado, puede ser reflejo de sentimientos agresivos que, ante la incapacidad de descargarlos de una manera adecuada, conducen a la ingesta desproporcionada. Por último, el aumento de peso puede deberse a dificultades afectivas, en casos en los que las emociones se desbordan y se es incapaz de aplacarlas desde la razón. Ante la pérdida de control, la comida calma las tensiones internas.