Los trastornos del aparato digestivo se han multiplicado exponencialmente en los últimos tiempos, siendo el síndrome del intestino irritable (SII) una de las causas más habituales de asistencia médica por este tipo de molestias. La Asociación Española de Gastroenterología apunta que supone en torno al 50% de las consultas de los especialistas y se calcula que alrededor del 20% de la población general puede presentar síntomas a lo largo de su vida. Por si estas estadísticas no fueran lo suficientemente contundentes es el segundo motivo de absentismo laboral, después del resfriado común. Unos datos que ponen de relieve que se trata de una enfermedad a la que merece la pena prestar una atención especial. Pero ¿qué ha desencadenado que sea una afección cada vez más frecuente?
Según Susana Jiménez Contreras, portavoz de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD, www.saludigestivo.es), es un trastorno que ha ido en aumento de un tiempo a esta parte porque hay más accesibilidad a los métodos diagnósticos y las personas se preocupan más por síntomas a los que antes no daban tanta importancia. Además, también influye mucho en su aparición el estilo de vida que llevamos (cómo y qué comemos o los niveles de estrés y ansiedad a los que estamos sometidos en muchas ocasiones).
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¿Cómo detectarlo?
No existe ninguna prueba que al dar positivo confirme la enfermedad. Se diagnostica de forma clínica, esto es, por síntomas, que generalmente suelen ser dolor abdominal, distensión e hinchazón abdominal y alteraciones a la hora de ir al baño (estreñimiento, diarrea o una alternancia de ambos). No obstante, estos pueden ser muy variables y en función de cada persona, de sus características, edad u otras enfermedades que puedan padecer, es necesario hacer otras pruebas para descartar que pueda ser una patología distinta como una intolerancia alimentaria, una celiaquía o problemas de colón.
Es una enfermedad crónica y una vez que el paciente empieza a sufrirla no es reversible. Sin embargo, puede haber épocas en las que tenga más controlados los síntomas y experimentar cierta mejoría. En principio, se puede detectar en cualquier momento de la edad adulta y no es frecuente en niños. Aunque la experta indica que sí existe cierta predisposición a padecerla en el sexo femenino.
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¿Se puede tratar?
Su tratamiento es personalizado. Jiménez señala que, según la sintomatología, existen ciertos fármacos para evitar el dolor, la hinchazón o combatir la diarrea, combinables a su vez con recomendaciones dietéticas; aunque todo varía según el caso y la persona. Incluso, se pueden alternar varios de ellos a lo largo del tiempo, pero siempre por prescripción médica. Además, el especialista digestivo cuenta en muchas ocasiones con la ayuda de un dietista o nutricionista para evitar que se produzcan nutricionales de cualquier tipo.
¿Cómo afecta a quienes lo padecen?
Es un trastorno que puede llegar a provocar un deterioro importante en la calidad de vida de los afectados. Estos suelen ver muy limitadas sus actividades sociales porque, al margen del dolor, debido a los trastornos que ocasiona, necesitan tener siempre un baño cerca. De esta manera, suelen restringir sus visitas a restaurantes u otro tipo de salidas, por lo que quienes padecen el síndrome pueden llegar a sentirse apartados y estigmatizados.
Desafortunadamente, dado que no existe una sintomatología concreta, no hay ningún tipo de medida preventiva para evitar el SII. No obstante, llevar un estilo de vida saludable (basado en una alimentación sana y el ejercicio físico) y evitar situaciones estresantes puede postergar su aparición.