Cada año, con la llegada del frío y cuando aparecen los primeros resfriados y gripes, volvemos a preguntarnos si debemos vacunarnos contra la gripe. Los expertos lo tienen claro: para prevenir la enfermedad, reducir el contagio y que se extienda e, incluso, reducir el riesgo de complicaciones como la neumonía, es conveniente vacunarse. Y no solo contra el virus de la influenza que provoca la gripe, sino también hablar con el médico sobre si es conveniente recibir la vacuna antineumocócica para reducir la probabilidad de neumonía si se pertenece a un grupo de riesgo.
Y es que las infecciones respiratorias suponen una importante carga de morbilidad (problemas de salud asociados a la enfermedad) y mortalidad en la población. Así lo señalan desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR): estas enfermedades “provocan un buen número de ingresos hospitalarios y visitas a urgencias”, explica el doctor Francisco Sanz, neumólogo y miembro del Área de Infecciones Respiratorias de SEPAR, “y la medida más eficaz que tenemos para prevenirla es la vacunación, concretamente la vacunación antigripal y antineumocócica”.
¿Qué es la gripe?
La gripe es una infección respiratoria de origen vírico que se contagia a través de la tos, los estornudos y el contacto cercano. Cada año, este virus muta su estructura por lo que cada año la vacuna debe rediseñarse en base a los virus que circularon la temporada pasada y según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Por este motivo, es imprescindible la vacunación anual y tener en cuenta que son necesarias al menos dos semanas para desarrollar la protección inmunológica”, recuerda el doctor Sanz.
La neumonía, por su parte, es una enfermedad infecciosa grave que provoca inflamación en los pulmones. Los responsables de su transmisión son microorganismos como bacterias, virus y hongos. Sin embargo, el patógeno que más casos de neumonía produce y el responsable de los casos más complicados es el neumococo (Streptococcus pneumoniae). Este se transmite mediante el contacto directo con las secreciones respiratorias, mocos o saliva. La neumonía tiene tratamiento antibiótico. Aún así, en algunos grupos de población más vulnerable podría causar complicaciones muy serias.
Recomendaciones de vacunación
Los neumólogos recuerdan que la vacuna antigripal está indicada para mayores de 65 años o menores de esta edad con riesgo de complicaciones debido a patologías previas como enfermedades crónicas pulmonares, cardiovasculares, neurológicas o metabólicas (diabetes, obesidad), insuficiencia renal, enfermedades en la sangre, pacientes con cáncer, enfermedades neuromusculares, enfermedades del hígado o inmunosupresoras, mujeres embarazadas o niños y adolescentes que reciben tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico por la posibilidad de desarrollar síndrome de Reye (una enfermedad rara que puede afectar a la sangre, al hígado y al cerebro).
Un efecto beneficioso colateral a tener en cuenta de la vacunación antigripal es que frena el efecto contagio. “Este efecto es destacable en las personas que trabajamos en centros de salud, por ejemplo, pero también en residencias geriátricas donde conviven con población c on un alto factor de riesgo de complicaciones si contraen la gripe”, explica el doctor Sanz.
Por eso también se recomienda la vacunación a personas que pueden trasmitir la gripe a grupos vulnerables como los trabajadores sanitarios o de instituciones geriátricas, pero también cuidadores de enfermos o personas mayores, trabajadores de emergencias sanitarias, bomberos, cuerpos de seguridad o funcionarios de centros penitenciarios, entre otros.
Protección frente a la neumonía
Paralelamente, las infecciones víricas como la gripe facilitan también la actuación de las bacterias que pueden producir neumonía. La vacunación antigripal tiene un relativo efecto protector ante la neumonía y si la persona finalmente desarrolla la enfermedad, esta suele tener menor gravedad y menor riesgo de muerte. Sin embargo, la infección por neumococo tiene su propia vacuna preventiva. En realidad, existen dos vacunas: la vacuna polisacárida de 23 serotipos (VNP23) y la vacuna conjugada de 13 serotipos (VNC13). La primera protege frente a 23 tipos de neumococo, pero su inmunidad se agota con el tiempo y necesita revacunación cada 5 años, la segunda protege frente a 13 tipos de neumococo y no necesita revacunación.
La vacuna antineumocócica puede administrarse a cualquier edad a partir de las seis semanas de vida. Y de un modo general, se recomienda para los mayores de 65 años o aquellos de cualquier edad que presentan enfermedades crónicas respiratorias, hepáticas, renales, cardiovasculares, diabetes, tabaquismo y alcoholismo, y también para pacientes inmunodeprimidos, con fístula del líquido cefalorraquídeo, implantes cocleares o anesplenia (ausencia de bazo).