Meghan Markle se encuentra en un momento pleno en su vida. Transcurridos tan solo 5 meses de su boda de ensueño con el príncipe Harry en el castillo de Windsor, recientemente, anunciaba la feliz noticia de su primer embarazo; un acontecimiento que coincidía con el inicio de su viaje oficial por Australia, Fiji y Tonga. Un largo periplo de 16 días a las antípodas en el que, a excepción de un acto del que decidió ausentarse, no ha reducido su actividad mostrándose radiante en todo momento. No obstante, durante su paso por la playa de Bondi en Sídney, la duquesa de Sussex confesaba una de las molestias propias de su estado que ha comenzado a sentir y su truco para combatirla.
"Para ella el embarazo es como tener jet lag", revelaba Charlotte Connell, con quien la exactriz intercambió unas palabras durante la visita. Al parecer, la diferencia horaria no ha facilitado las cosas y la norteamericana está experimentando dificultades para conciliar el sueño. "Me dijo que se había levantado a las 4.30 de la madrugada y se había puesto a hacer yoga en su habitación porque no podía dormir", añadió.
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Yoga contra el insomnio
Esta disciplina milenaria no es algo nuevo para ella, dado que su madre, Doria Ragland, es instructora de la materia y Meghan lleva practicándola desde hace años. De este modo, se ha convertido en su gran truco para combatir el insomnio, uno de los síntomas más frecuentes en las mujeres durante el periodo de gestación. Pero, además, el yoga (junto al pilates) es uno de los grandes aliados para las embarazadas de cara a mantenerse en forma, aliviar las molestias y facilitar el momento del parto.
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Beneficios de su práctica para embarazadas
El yoga presenta una gran cantidad de bondades para favorecer el equilibrio entre cuerpo y mente, contando cada vez con más adeptos. Sus múltiples asanas se adaptan a la perfección a las necesidades de cada persona y, en especial, a las de las mujeres en estado que pueden encontrar en su práctica regular una rutina poco lesiva y de una intensidad moderada que les ayudará a sentirse bien a lo largo de todo el proceso. No obstante, siempre debe realizarse bajo consentimiento médico. Entre sus incontables beneficios destacan los siguientes:
- Alivia dolores musculares. Según crece el bebé en el vientre materno, aumentan los dolores de espalda, lo que puede desencadenar otro tipo de molestias musculares. Pero al realizar determinadas asanas, se tonifica la musculatura y se mejora la elasticidad, disminuyendo así el dolor.
- Corrige la postura. Al igual que sucede con el pilates, el yoga también trabaja eficazmente el suelo pélvico y fortalece abdomen y espalda, lo que ayudará a mantener una postura correcta y erguida.
- Crea espacio para el bebé. Al corregir la postura corporal también se mejora la estabilidad y se genera más espacio para que el bebé pueda moverse con mayor libertad.
- Ayuda a abrir el canal del parto. El yoga mejora la movilidad articular aumentando progresivamente el rango de movimiento, por lo que se aporta una mayor flexibilidad a la ingle y la cadera; un aspecto muy útil a la hora del parto.
- Mejora la circulación. Su práctica mejora el riego sanguíneo, sobre todo en piernas, tobillos y pies, los principales afectados por la retención de líquidos durante el embarazo.
- Favorece el descanso. La mejora del flujo sanguíneo produce unos efectos relajantes y tranquilizantes que ayudan a conciliar el sueño. Algo a lo que también contribuye el trabajo de respiración que se realiza en las sesiones.
- Fomenta el vínculo con el bebé. La conexión cuerpo y mente es el principal objetivo del yoga, algo a lo que se llega a través de la respiración y la meditación. Así, si se consigue una óptima toma de conciencia del propio cuerpo, la madre podrá sentir aún mejor a su bebé.