Es bien sabido que dormir bien y garantizarnos un buen descanso es muy necesario para nuestra salud y bienestar. Pero saberlo no hace que lograr un sueño largo y reparador sea más fácil para muchas personas, que dan vueltas en la cama cada noche mientras ven pasar las horas sin poder dormir. Si perteneces a ese grupo de insomnes hartos de noches en vela, que ya saben que contar ovejas no funciona, prueba con estos trucos que te ofrecemos. En ocasiones solo se trata de modificar algunos hábitos diarios para caer rendida en los brazos de Morfeo.
Date una ducha al atardecer
Es cierto que hay dos tendencias mayoritarias a la hora de hablar de la ducha diaria: están las personas que la necesitan por la mañana para activarse, y las que la prefieren por la noche para relajarse después de todo el día. Puedes seguir duchándote a la hora que mejor te parezca, pero si quieres utilizarla para dormir mejor, lo ideal es que la tomes al atardecer, como mínimo un par de horas antes de dormir. El agua caliente elevará tu temperatura corporal, ayudándote a relajarte y a servir de contraste con la bajada de temperatura que se produce mientras dormimos. Pero si te duchas justo antes de acostarte activarás tu cuerpo, consiguiendo el efecto contrario y te sentirás más despierta.
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Haz ejercicio, y hazlo a buena hora
Realizar ejercicio físico nos ayuda a obtener un buen descanso cuando llega la hora de dormir, siempre y cuando no hayamos realizado ejercicio en exceso y mantengamos unas horas de diferencia entre el entrenamiento y el momento de acostarnos. En concreto tres horas es el tiempo mínimo que ha de pasar para que la actividad deportiva favorezca nuestro descanso y no interfiera en él.
Cuida lo que cenas
Cuando hablamos de la importancia de hacer cenas ligeras, no nos referimos únicamente al deseo de mantener la línea. La razón más importante es que una digestión pesada dificulta el buen descanso. Para evitar que ocurra hemos de cuidar tanto lo que cenamos como la hora a la que cenamos. Te puedes aplicar la misma regla horaria que con la ducha y el deporte: deja que pasen dos o tres horas entre la cena y la hora de acostarte. Si te parece demasiado tiempo y no quieres acostarte con la sensación de tener el estómago vacío puedes recurrir a una bebida caliente, como un vaso de leche, que te calme la sensación de hambre y te ayude a aumentar la temperatura corporal.
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El dormitorio a ocuras y a buena temperatura
Cuanta más oscuridad toleres a la hora de dormir, mejor. Es la forma de que nuestro cuerpo segregue melatonina, la hormona del sueño, que te ayudará a dormir. También ayudará a la producción de serotonina, otra hormona que hace que tu cuerpo se relaje y le resulte más fácil conciliar el sueño.
En cuanto a la temperatura, asegúrate de que el dormitorio se ha ventilado lo suficiente, y que la temperatura media es de 22ºC. Ni mucho frío, ni mucho calor, ya que las temperaturas extremas no son amigas de un buen descanso. En cualquier caso, una cama fresca nos ayudará a dormir mejor que una caliente.
El momento de ir a la cama
Busca una hora más o menos fija para acostarte, que te ayude a establecer una rutina que facilite el descanso. Pero sin obsesionarte, porque meterte en la cama sin tener sueño no te servirá de nada.
El tiempo previo a acostarte también es importante: no te metas en la cama nada más llegar a casa del trabajo o tras una situación de estrés. Es mejor preparar al cuerpo con una actividad relajante como escuchar música o leer un libro. También puedes probar con la meditación o con algún ejercicio de relajación que te ayude a entrar en un estado óptimo para ir a la cama.
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