¿Ha llegado el plástico al pescado que comemos?
Los pescados que llegan directamente de nuestros mares y océanos no están libres de la contaminación. Cantidades ingentes de plástico residual llegan todos los años a nuestros mares, acabando con la salud de los peces, su fertilidad y el valor nutricional de los pescados que llegan a nuestra mesa
La sociedad está en vías de concienciarse de que la comida de origen animal no es tan saludable como probablemente lo fue anteriormente. Pero cuando pensamos en esto solo vienen a nuestra mente mamíferos y aves, por motivos como el hacinamiento en el que parece que son criados estos animales de granja, que su alimentación solo esté enfocada a un engorde veloz, y la gran cantidad de antibióticos que se les suministra. Sea grave o no, es verdad que la tendencia va en contra de la carne, pero sigue quedándonos el pescado.
Sin embargo, cada vez son más continuos y contundentes los informes científicos que arrojan luz sobre que el pescado no es mejor opción frente al consumo de carne. Los números acerca de la contaminación marina son absolutamente escandalosos: al año el mar recibe alrededor de 10.000 toneladas de plástico. Y según una investigación de la Universidad de Uppsala, en Suecia, los peces ya tienen al plástico como uno de sus alimentos favoritos.
Esta investigación, publicada en la prestigiosa revista Science, apunta a que cuando las larvas son expuestas a altos niveles de poliestireno, prefieren este alimento antes que otros más naturales, de la misma forma que nosotros desarrollamos cierta adicción a la comida ultra-procesada. Y esto es así porque el plástico es un importante saciante para ellos.
Un pez alimentado a base de plástico desarrolla problemas metabólicos de todo tipo, empezando porque su tamaño es muy inferior al que debería ser, puede tener alteraciones morfológicas, ser estéril y, por supuesto, contener estas partículas de plástico en su composición, como si de un nutriente más se tratara.
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Un experimento que explica por qué los océanos serán estériles
Para realizar este estudio de esta universidad sueca se dispusieron dos tanques de agua con larvas de perca. En uno había agua marina limpia, y en otro agua contaminada con altas cantidades de plástico. En las aguas limpias nacieron el 96% de los huevos, y en la de aguas contaminadas el 84%.
Esto apunta a la dificultad que pueden tener nuestros océanos para seguir siendo fértiles, porque además, pasadas 24 horas del nacimiento de estos peces, se incluyeron en sus hábitats a depredadores naturales, otros peces que de forma habitual buscan peces jóvenes para devorarlos. En el tanque de agua limpia se salvaron la mitad, y en el tanque de agua contaminada con plástico murieron todos, producto de que su fortaleza y desarrollo morfológico había sido inferior a lo que, desde un punto de vista de supervivencia, era necesario.
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Pasión por el plástico
Los peces que tienen la opción de alimentarse con plástico, prefieren el plástico. El estudio de la Universidad de Uppsala demuestra que pese a que las larvas fueron tentadas a alimentarse con zooplancton (su alimento natural), lo rechazaron en favor del plástico. Como tal vez ocurre con los humanos en relación a la comida ultra-procesada, el investigador jefe de este estudio determinó que los peces creen erróneamente que los plásticos son más alimenticios, y esto a su vez les genera una adicción voraz, y no se cansan de comer plástico pese a disponer de otros alimentos cercanos, naturales y nutritivos.
Sin lugar a dudas, el exceso de plástico en el planeta es un problema que cada vez nos afecta más y todos los niveles, y sobre el que tenemos que actuar para evitar males mayores en todo aquello que esté en nuestra mano.
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