Claves para aprender a meditar

La meditación es un arma poderosa para manejar mejor el mundo que nos rodea, y que solo necesita unos minutos de dedicación al día. Solo tienes que proponerte empezar.

Por Cristina Soria

Si has pensado empezar a meditar sabrás que no te faltan buenas razones para haber tomado esa decisión. Está demostrado que meditar de manera constante reduce los niveles de ansiedad y de estrés, además de ayudarnos a ver con más claridad las cosas positivas de la vida. Solo con esto ya estarías cuidando de ti y de tu salud, pero la cosa no acaba ahí.

La meditación es uno de los métodos más efectivos de relajación y eso se traduce, entre otras cosas, en un mejor descanso diario, con todos los beneficios que un sueño reparador conlleva, además de permitirte afrontar cada nuevo día llena de energía. Todo esto se traduce en que puedes llegar a aliviar molestias físicas causadas por la tensión diaria e incluso regular la presión arterial. En definitiva, con la meditación podrás mejorar tu calidad de vida dedicándote unos minutos al día para ti. 

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El acto de meditar es sencillo de realizar y, además, solo tú decides cuándo y dónde hacerlo. Aunque está muy bien aprender en grupo o buscar un maestro zen, en casa de manera individual puedes lograr los mismos objetivos. Pero para que logres ser constante y que meditar se convierta en un hábito en tu vida, hay una serie de recomendaciones que pueden ayudarte sin que te resulte complicado. 

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Piensa en cuál es el mejor momento para ti

No lo dejes para ese momento del día en el que de repente tengas cinco minutos libres, sin planificarlo, porque lo más probable es que esos minutos nunca lleguen. No importa que sea por la mañana, por la tarde o por la noche. Solo importa que respetes la franja horaria que te has propuesto para ayudarte a crear el hábito. Puede que tu momento ideal sea nada más levantarte y ya afrontes el día llena de concentración; o quizás prefieres por la noche, para ayudarte a desconectar de todo lo vivido en el día y poder disfrutar de tu tiempo libre perfectamente relajada.

Puedes empezar con 5-10 minutos al día durante la primera semana, así te resultará más fácil acostumbrarte. Una vez que compruebes que has elegido el momento adecuado puedes ir ampliando el tiempo hasta llegar a los 20-30 minutos diarios.

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Busca un sitio que te resulte tranquilo

No es necesario contar con una habitación para meditar, puedes hacerlo en un rincón de tu dormitorio o del salón. Lo importante es que se trate de un sitio que te inspire tranquilidad, en el que puedas estar sola el tiempo que necesitas para respirar y conectar contigo misma. Si quieres, puedes delimitar el espacio decorándolo de manera que te transmita bienestar, por ejemplo con flores, o con fotos y postales te evoquen estados de calma.

Tú misma irás descubriendo si meditas mejor en una silla o en un cojín en el suelo. Puede que incluso quieras usar el cojín especial para hacer meditación, llamado Zafu. Lo importante es que te sientas cómoda en una postura que te permita tener la espalda erguida, para alcanzar un estado de concentración y serenidad.

Tu principal objetivo es la respiración

La respiración es la única herramienta que necesitas para meditar, y además ni siquiera tienes que modificarla de ninguna manera. Solo tienes que prestarle toda tu atención. Percibe como el aire que entra por tus fosas nasales es más frío que el que sale, apenas unos segundos después. También puede que notes tu respiración algo rápida al principio, pero que se ralentice a los pocos minutos de empezar la mediación. Lo importante es que te centres en ella. Piensa que, además, cuando termines la meditación tu respiración te seguirá acompañando y puede resultarte muy útil saber utilizarla en distintas situaciones: para concentrarte antes de una tarea determinada, para tranquilizarte si algo te ha causado preocupación o estrés, etc. 

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