Todos tenemos sueños e ilusiones. Sin embargo, especialmente por miedo o pereza, es común encontrar una excusa para no transformar nuestra vida, salir de nuestra zona de confort e intentar alcanzar aquello que realmente deseamos. Puede que tengamos la sensación de que no estamos obteniendo los resultados que nuestro esfuerzo realmente merece, tanto a nivel personal como profesional, pero nunca es demasiado tarde para dar un paso al frente y perseguir aquello que consideramos que podría acercarnos a la felicidad. Trazar un plan, fijar unos objetivos realistas y adquirir el hábito de controlar y mejorar nuestra propia vida pueden ser herramientas útiles para avanzar.
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¿Por qué hacer un plan de vida?
La vida no viene con un manual de instrucciones y, en muchas ocasiones, podemos sentirnos perdidos y que caminamos sin rumbo. Sin embargo, no es el momento de tirar la toalla, sino de enfrentarse a esa pequeña 'crisis existencial'. Es importante tener claro qué cosas del pasado no queremos que vuelvan a ocurrir, aprender de los errores y fracasos que hayamos podido cometer y comenzar a elaborar un plan que nos sirva como guía para emprender un nuevo camino y alcanzar las metas deseadas.
Analízate
Tómate un tiempo para pensar cuáles son tus fortalezas y tus debilidades, tus virtudes y tus defectos, además de descubrir cuáles son tus máximas aspiraciones tanto personales como profesionales. Después de este pequeño 'análisis', aprovecha el momento para empezar a hacer pequeños cambios de aquello que no te gusta en ambos terrenos y que ha podido ser 'causa' de algunos de los errores del pasado.
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Metas realistas
Partiendo de las aspiraciones, establece una serie de metas realistas, que te ayudarán a proyectar tu camino. De lo contrario, los objetivos 'irreales' solo te generarán frustración y decepción. Debes identificar qué quieres lograr y proponer las herramientas para alcanzarlo. Comienza por plantear objetivos generales y luego céntrate en otros más específicos, con unos plazos determinados y realistas. Aunque las obligaciones del día a día pueden distraerte y hacer que pierdas de vista tus objetivos, concéntrate en lo que quieres lograr e intenta tenerlo siempre en mente. Al estar pendiente de las metas, como un progreso en tu puesto de trabajo o un cambio de rutina, surgirán nuevas ideas con las que resultará más fácil alcanzarlas.
Actitud positiva
Además de establecer una serie de metas, debes mantener un espíritu positivo si realmente quieres lograrlas. De nada sirve ser riguroso a la hora de elaborar el plan si tiramos la toalla ante el primer contratiempo o momento de bajón. Es importante ser disciplinado, aplaudir los logros que poco a poco vayamos consiguiendo y conocerse a uno mismo. Recuerda que un plan no deja de ser un proceso que cambia con el paso del tiempo y que puede sufrir alteraciones en función del momento en el que nos encontremos.
También es fundamental mantenerse entusiasmado, incluso esos días en los que las cosas se 'tuercen', e intentar ser amable con el resto de personas que te rodean. Tu propia actitud se verá reflejada en los demás.
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