Para perder peso hay dos claves maestras que siempre funcionan: cuidar la alimentación y hacer ejercicio. Es tan sencillo como atender a estas dos variables y ser constante. Pero al igual que no toda dieta sirve igual a nuestros objetivos, tampoco todo ejercicio físico es igual ni consigue el mismo resultado. Por eso, a la hora de plantear perder peso, es necesario dedicar algo de atención al tipo de ejercicio que podemos realizar y en qué situación es más productivo.
Aeróbicos, resistencia
Cuando hablamos de ejercicios aeróbicos nos referimos a aquellos en los que la respiración juega un papel necesario para realizarlos. En estos ejercicios el tiempo suele ser extenso y se mantiene un nivel moderado de intensidad. Esto produce que la frecuencia cardiaca sea más elevada. Aeróbico significa literalmente “con oxígeno”, porque es precisamente en este tipo de ejercicios donde se usa el oxígeno de la respiración para quemar las grasas y el azúcar.
Los ejercicios aeróbicos más típicos son aquellos que implican o simulan un desplazamiento: andar, correr, bailar, esquiar y pedalear. Estos ejercicios son necesarios para trabajar la resistencia física y quemar grasas.
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Anaeróbicos, pura fuerza
Los ejercicios anaeróbicos son aquellos en los que está implicada la fuerza. Son breves y de alta intensidad, porque todo su esfuerzo está enfocado a que los músculos se desarrollen, y en estos ejercicios la respiración no cumple ninguna función metabólica.
El levantamiento de pesas es el ejercicio más fácilmente asociable a los anaeróbicos, también las abdominales y cualquier otra actividad donde la resistencia (alargada en el tiempo) no sea primordial y la respiración no juegue un papel importante.
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En el equilibrio está la virtud
Como en todo en la vida, cuanto más equilibradas sean nuestras decisiones, más efectividad y sostenibilidad en el tiempo tendrán. En este caso, la grasa se elimina con los ejercicios aeróbicos, pero son los anaeróbicos los encargados de tonificar los músculos, y eso resulta igualmente necesario para conseguir un objetivo saludable y no solo perder peso.
Si empiezas con un entrenamiento y no tienes hábito de hacer ejercicio, probablemente las actividades aeróbicas sean las más entretenidas, y también las primeras que debes potenciar. Correr, montar en bicicleta o bailar son entornos donde se puede acompañar el ejercicio de la compañía de un grupo de personas que también lo practican, y esto es muy importante para conseguir la motivación necesaria para los primeros pasos de una rutina de ejercicio. Son actividades también que podemos medir con facilidad: consiste en controlar nuestro nivel de resistencia e ir tomando nota de cuando llega el momento en el que sentimos que debemos parar. El reto supone, simplemente, en ir mejorando esa marca, y apreciando ese logro constante para ir superándolo.
Pero sin tonificación muscular estaríamos haciendo solo la mitad de nuestro cometido, y ese es uno de los graves errores que se suelen cometer. Cuando perdemos peso con ejercicios aeróbicos y no mantenemos una compensación anaeróbica, aparecen descolgamientos, la piel no luce lo tersa que debería y los músculos parecen desinflados. Esto es así porque no solo debemos perder grasa, sino ejercitar los músculos para que estén entrenados, tonificados y nos permitan obtener un aspecto físico equilibrado y saludable.
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