Vivir sin plásticos: ¿Por qué deberíamos dejar de beber agua embotellada?
Compramos un millón de botellas de plástico por minuto que acaban en vertederos o en el mar.
El uso de plástico en nuestro día a día está matando lentamente el planeta. Bolsas, pañales, colillas, envases y botellas de plástico de usar y tirar… Cada vez consumimos más plástico, a lo que se suma que se trata de uno de los residuos con un proceso de degradación más lento. De hecho, a pesar de que la conciencia del reciclaje está cada vez más arraigada en la sociedad, se estima que solo se recicla alrededor del 14% de los envases de plástico a escala mundial.
“Su uso es un grave problema, teniendo en consideración que casi todos los productos de un solo uso que nos rodean (especialmente los envases) contienen plásticos, y que España es el quinto mayor productor de la Unión Europea”, apuntan Rocío Alcocer y Magnus Jern, socios fundadores de TAPP Water.
Ponen como ejemplo el consumo de agua embotellada en el mundo, cuyas cifras tachan de insostenibles. “Aproximadamente 600 millones de hogares consumen agua en botellas de plástico en el mundo. En 2017, el mercado de agua embotellada ascendió a 391.000 millones de liltros, aumentando un promedio de un 6% año tras año en el periodo entre 2009 y 2016. Si se mantiene el ritmo de crecimiento previsto, en 2022 habrá 90 millones más de hogares consumiendo agua embotellada”.
Sí, beber agua del grifo es saludable
Una de las razones por las que se ha popularizado el consumo de agua embotellada es debido a la creencia de que el agua del grifo es mala; llegando a veces a poner en duda su salubridad o potabilidad. Así, cada vez son más las personas que optan por el agua embotellada mineral pensando que sus propiedades son mejores. Sin embargo, esto no es así. Tal y como apunta un estudio elaborado por la OCU en España, en el que analiza el agua del grifo de 62 municipios españoles, el agua del grifo es una buena opción y mucho más económica que la del grifo; además cumple perfectamente con los requisitos de salubridad, está libre de sustancias contaminantes y pasa los tratamientos y controles pertinentes para asegurar su potabilidad. De hecho, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad, el 99,5% del agua del grifo está testada y se considera segura para su consumo.
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Solo en aquellas zonas donde el agua corriente es muy dura, con mucho cloro, o tiene un sabor desagradable, puede ser recomendable sustituirla por un agua mineral embotellada; pero, incluso, en estos casos, también podemos optar por un filtro para reducir el cloro y conseguir un mejor sabor.
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Microplásticos también en el agua embotellada
En los últimos meses, se ha escuchado mucho hablar de la presencia de plásticos en algunos alimentos, sobre todo los que proceden de mares y océanos contaminados; pero también de cómo los envases de plástico pueden transferir sustancias químicas a nuestros alimentos.
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Por ejemplo, un estudio reciente realizado por Orb Media, una organización de periodismo sin ánimo de lucro con sede en Washington, apunta a que las botellas de agua pueden contener una cantidad significativa de micropartículas de plástico. En concreto, el análisis de más de 250 botellas de 11 marcas líderes reveló una contaminación generalizada con presencia de polipropileno, nailon y tereftalato de polietileno. Algo que, según advierte un informe de Naciones Unidas, puede acabar afectando a nuestra salud. Y es que hasta un 90 por ciento de los microplásticos ingeridos pueden ser excretados por el intestino sin problemas, pero el 10% restante puede pasar del torrente sanguíneo a los riñones o el hígado.
Por tanto, se trata de un problema que ha hecho saltar las alarmas; teniendo en cuenta el aumento del consumo de agua embotellada en todo el mundo.
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