Es una de las grandes lecciones de vida que el comandante William H. McRaven aprendió tras superar uno de los entrenamientos más duros del planeta para llegar a formar parte de las fuerzas de élite estadounidenses SEAL (por sus siglas en inglés, ‘Sea, Air and Land’). Ahora, ya como comandante, ha convertido sus intensas experiencias en la Marina en charlas motivacionales, como el emocionante discurso de graduación que ofreció a la promoción de 2014 de la Universidad de Texas. El vídeo de la ponencia, que se ha hecho viral y ya ha sido visto por más de diez millones de personas en todo el mundo, ha dado lugar a un libro, ‘Hazte la cama’ (Planeta), que ha vendido más de dos millones de copias en Estados Unidos.
Empieza tu día con una tarea cumplida
Su revolucionaria aportación es, sin embargo, un gesto sencillo al alcance de la mano de cualquiera: ‘comenzar el día haciendo la cama’. Un inocente hábito que adquirió durante su periodo de instrucción en las fuerzas especiales SEAL. “Hacer la cama de la manera correcta no era un motivo de elogio, sino algo que se esperaba de mí. Constituía la primera tarea del día y llevarla a cabo correctamente era importante. Era una demostración de disciplina. Denotaba atención a los detalles y, al final del día, sería un recordatorio de que había hecho algo bien, una tarea de la que podía enorgullecerme, sin importar lo pequeña que fuera. A lo largo de mi vida en la Marina, hacer la cama fue la única constante en la que podía confiar, día tras día”, cuenta McRaven.
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La disciplina: una herramienta poderosa
Y es que el simple acto de hacer la cama puede darnos el impulso que necesitamos para comenzar nuestro día y proporcionarnos la satisfacción necesaria para darle también un final adecuado. En realidad, podemos escoger cualquier otra pequeña tarea y convertirla en nuestro ritual para comenzar el día. Una carrera por el parque, dedicar tiempo a preparar un desayuno equilibrado… Cualquier acción cotidiana que nos ayude a trabajar la disciplina, algo que a la mayoría nos cuesta.
Sin embargo, ser disciplinado nos facilita el camino, nos hace ser constantes y nos enseña a controlar nuestros impulsos cuando queremos conseguir una meta. De hecho, uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos cuando queremos cambiar algún hábito –por ejemplo, comer mejor o ir al gimnasio- es la falta de disciplina.
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Aprender a no procrastinar
Piensa en esto: pides cita con el médico, lo apuntas en la agenda y llegado el día no acudes; te apuntas al gimnasio y lo único que practicas es el ‘ya iré mañana’; quieres cambiar tu alimentación pero siempre lo dejas para el año que viene… ¿Te suena?
Procrastinar o el ‘dejar para mañana lo que puedas hacer hoy” aumenta el estrés y la falta de motivación y es un obstáculo si queremos introducir la disciplina en nuestra vida. Por ello, deberemos trabajar primero el compromiso con nosotros mismos y hacernos responsables de nuestros actos. Es necesario llevar un control y ser organizado con las tareas pendientes.
“Procrastinar es el acto de posponer o evitar completar alguna actividad, tarea o situación enfocándose en otra de menor importancia. Dilatar la solución de problemas personales como pueden ser postergar el abandono del tabaco, no terminar una relación amorosa dañina… Además, afecta directamente al nivel de felicidad de las personas. A menudo en las sesiones de coaching vemos personas que vienen postergando su posibilidad de disfrute y lo hacen con distintas excusas del estilo de: ‘cuando me mude entonces voy a estar mejor’, ‘cuando tenga pareja entonces saldré más a disfrutar del fin de semana’, o, ‘cuando encuentre un trabajo entonces sí podré ser más feliz’. Como todos sabemos, la perfección no existe y en los casos que conseguimos llegar a nuestros objetivos, muchas veces, las situaciones no son a imagen y semejanza de cómo lo soñábamos”, explica Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta de Coaching Club.
4 claves para dejar de procrastinar y entrenar la disciplina
La experta en ‘coaching’ aconseja:
- Cambia de contexto. Haz de tu escritorio o lugar de trabajo un sitio agradable, cambia algunas cosas de lugar o incluso cambia el sitio habitual donde trabajas. Crea un pequeño ritual, como encenderte una vela, regar una planta, prender un incienso… De esta forma, puedes mantenerte enfocado y terminar cualquier tarea o proyecto.
- Elige una buena agenda. Organizar una agenda, visualizar las cosas que tienes que hacer, ponerles días, horas y fechas de entrega te ayudará a completarlas. También ordenarlas de acuerdo a su importancia te facilitará la mejor distribución de tu tiempo. Separa lo urgente de lo prioritario.
- No busques ser perfecto. La perfección no existe, sin embargo, revisar y mejorar lo que sea que estés haciendo es uno de los secretos del éxito, pero postergarlo por seguir ‘mejorándolo’ no te llevará a nada más que a sentirte frustrado; ya que siempre encontraremos errores a nuestro trabajo.
- Comparte lo que haces y pide opinión a los demás. Compartir siempre que se pueda nuestro trabajo, pedir opinión y perder el miedo a que nos den otros puntos de vista es una de las claves para realizar tareas eficientes. Recuerda que las críticas constructivas te ayudarán a concretar con éxito tu tarea y te enseñará a sociabilizarte con los demás desde el respeto y la confianza.
Además: Consigue que no te afecten los imprevistos de la vida