Organizar la casa, desinfectar a fondo todos los espacios, colocar las cosas del bebé… El último mes de embarazo es un auténtico quebradero de cabeza para muchas futuras madres, especialmente si son primerizas. El deseo de hacer cosas y de tenerlo todo a punto resulta tranquilizador y, sobre todo, distrae de los temores y miedos que suelen surgir en los últimos compases de la gestación. Sin embargo, no es lo mismo preparar la esperada bienvenida del bebé, que sentir ansiedad y un estado de 'hiperactividad' ante la inminente llegada del nuevo miembro de la familia. Al igual que existe el síndrome del nido vacío, que es la sensación general de soledad que algunos padres experimentan cuando uno o más de sus hijos abandonan el hogar, hay un nombre para calificar este tipo de conducta: el síndrome del nido.
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¿Por qué se produce el síndrome del nido?
El psicólogo y Director de la Unidad de Terapia Familiar de Instituto Centta, Eduardo Torres, nos explica qué es exactamente el síndrome del nido (aunque no se muestra partidario de emplear este término) y por qué se produce. "No estoy muy a favor de llamarlo 'síndrome' porque la palabra 'síndrome' incluye una lectura peyorativa o patológica, con la que al final tendemos a psicopatologizar movimientos y respuestas que realmente son normales", matiza el experto. "Cuando hablamos de síndrome del nido (y no de la preparación para la llegada de un niño) se suele dar con frecuencia en el primer hijo. Esto es debido a una serie de cambios a nivel individual en las madres, a nivel familia… Es decir, que atañe a multitud de dimensiones y que tiene un origen tanto psicológico como biológico. Biológico porque el organismo comienza a hacer cambios a nivel hormonal que tienen que ver con la preparación del cuerpo para que el niño nazca", prosigue el psicólogo, que revela que la futura madre puede sufrir una serie de cambios hormonales que se pueden traducir en mayor actividad o mayor nerviosismo y que pueden ser las causas de este estado. "A nivel psicológico e individual, es frecuente que, sobre todo, las madres desarrollen temores sobre si el hijo estará bien, si tendrá problemas, temores sobre el parto, sobre el dolor… Todo ello desde la inexperiencia", explica el profesional, que incide en los miedos que suelen aparecer en las mujeres en la recta final del embarazo.
Según Eduardo Torres, son particularmente interesantes los cambios que tienen que ver con el sistema relacional, puesto que el nacimiento del primer hijo supone el cambio de la 'institución pareja' a la 'institución familia'. "Al introducir un tercero en la relación de pareja, aparece una nueva institución, que es la familia, que tiene una nueva funcionalidad, ya que no solo funcionamos en el plano conyugal, sino que ahora funcionamos en el plano parental. Esto tiene una serie de exigencias. Tenemos que llegar a acuerdos en otras dimensiones y nos obliga a prestar más atención al interior, limitando mucho las relaciones con el exterior", explica el psicólogo.
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Otras conductas
Sin embargo, con la inminente llegada de un nuevo miembro a la familia, el síndrome del nido no es el único tipo de comportamiento que puede darse. Según revela Eduardo Torres, es muy frecuente que en esta etapa los abuelos entren y salgan de casa y la pareja tenga que enfrentarse a limitar a los familiares esa entrada: "La pareja de alguna forma pasa más tiempo junta, necesita negociar unos nuevos roles y, al final, es una exigencia y una crisis que requiere que la pareja tenga habilidades de comunicación, resolución de problemas…". Por tanto, los problemas en estas últimas semanas de embarazo son derivados de cambios emocionales internos, más que por el propio síndrome del nido. "El síndrome del nido vendría a describir una etapa y los problemas se pueden contextualizar en esta etapa, pero no son derivados del síndrome del nido", asegura el profesional, que incide en que se trata de una fase en la que surgen muchas 'crisis' ante las que hay que encontrar una respuesta. No obstante, lo mejor que puede hacer la futura madre en el último trimestre es dedicar las últimas semanas a cuidarse y prepararse conscientemente para el momento del parto.
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