¿Echas de menos tu adolescencia? Estas son las razones

Cuando eras adolescente probablemente deseabas crecer y pasar a la edad adulta para conseguir cierta libertad. Pero si ahora miras hacia atrás ¿hay sensaciones de la adolescencia que echas de menos?

Por Cristina Soria

No existe otra época en la vida de un ser humano donde las emociones se vivan más a flor de piel que en la adolescencia. Durante esta época, las vivencias que experimentamos nos parecen graves y urgentes, como si no existiera un mañana. De esta manera, las alegrías y las tristezas golpean nuestro ánimo y lo modelan tejiendo nuestra personalidad.

Mientras dura nuestra adolescencia solo queremos que finalice y conseguir ser adultos, porque consideramos que los “mayores” son libres. Pero cuando pasan los años y echamos la vista atrás descubrimos que la adolescencia escondía algo que difícilmente podremos recobrar: el placer de descubrir el mundo con una pasión máxima y no tener que rendir cuentas a nadie (o casi nadie).

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La música se graba en nuestro cerebro, y también el sabor de la libertad

Un estudio reciente de una plataforma musical reveló que de adultos todos nuestros gustos musicales giran alrededor de las canciones, los grupos y los estilos que nos gustaron durante la adolescencia. 

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Esto es así, según el estudio, porque es la época en la que somos más receptivos a descubrir nuevas tendencias, y porque fue el momento en el que probablemente nos enamoramos por primera vez, conseguimos logros relativos a nuestra libertad y empezamos a atisbar cómo será nuestra vida de adultos. Y, probablemente, en todas esas proyecciones estábamos escuchando música, a todo volumen.

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Libertad y el futuro en tus manos

Durante la adolescencia podías organizar tu tiempo, no tenías personas a tu cargo y si invertías las horas en quedarte en babia era solo tu problema. Tu trabajo no dependía de ello, ni la salud de tus hijos. Siempre hay excepciones, y los estudios también requieren altas dosis de trabajo y esfuerzo, pero cuando se llega a la edad adulta es fácil de comprobar cómo cualquier adolescencia pasada siempre es más libre que una madurez con cargas familiares, económicas y laborales.

Además, la adolescencia es una época en la que todo es posible. Qué te deparará la vida era una lotería, y es fácil sentir (y revivir) la excitación con la que soñábamos con un futuro emocionante y próspero. Porque, además, uno de los valores de la adolescencia es que creemos ser los más inteligentes, y sentimos que tenemos el poder de cambiar las cosas. Probablemente recuerdes que durante aquellos años creías que tus padres estaban errados en casi todas sus decisiones, al igual que tus profesores y casi cualquier persona que te rodeara. Pero tú no.

Nuestra valía y el valor de las cosas

De niños se aprende. Pero de adolescentes se pone en práctica. Es en esta época cuando se pone a prueba el valor del amor y las dolorosas fronteras entre hacer daño y que nos lo hagan. Las primeras relaciones amorosas, sentir que somos importantes para alguien y como nuestra personalidad no está a la altura de lo que creemos que buscan los demás. 

Todas estas sensaciones que se viven con angustia e incertidumbre cuando somos adolescentes, pasado el tiempo se ven con añoranza, porque en esa inocencia que dejamos atrás reside, de alguna forma, el secreto de la pasión y de la diversión. Vivir cada cosa como si te fuera la vida en ello: aprende de quién fuiste y disfruta tu edad adulta como si no hubiera un mañana: la adolescente que fuiste así lo haría.

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