Ahora que empiezan a bajar las temperaturas seguro que una de las cosas que más te apetece al llegar a casa es darte una ducha con agua caliente, dejando atrás aquellas en las que usabas agua más fría para combatir los calores veraniegos. Pero, son tantos los beneficios que te proporciona una ducha con el agua bien fría, que te recomendamos que no tengas ninguna prisa en aumentar los grados de tu ducha diaria. Sabemos que no suena apetecible y que no resulta, en principio, nada fácil. Pero quizás te convenzan alguna de estas buenas razones. Además, según un estudio publicado en 2014 en Physical Therapy in Sport, puedes alternar el agua fría con agua caliente de manera intermitente para conseguir los mismos resultados.
Se activa el cuerpo y la mente
Si nos duchamos con agua fría, notamos de manera inmediata que nos despejamos y activamos. La causa es que nuestro cuerpo reacciona de manera natural ante la necesidad de equilibrar internamente su temperatura. Existen en la piel neuronas y receptores térmicos que mandan un aviso al resto del sistema nervioso para que se active de manera generalizada ante el frío. Y esta activación nos despeja de manera rápida y efectiva, aumentando nuestro nivel de actividad física y mental que nos hace más productivos.
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Nuestro estado de ánimo mejora
Esto también tiene su explicación: al producirse el choque térmico de nuestro cuerpo con el agua fría, el cerebro estimula la producción de noradrenalina, que produce una leve mejoría en en nuestro humor. También ayuda a reducir los niveles de estrés y de ansiedad, según estudios que indican que el agua fría disminuye el nivel de cortisol.
Refuerza nuestra autoestima
Lo normal es entrar a una ducha de agua fría con rechazo y aversión. Se trata sin duda de un reto que si te propones superar y lo consigues, hará que te sientas mejor contigo misma. Ser capaz de superar este desafía te genera una sensación de mayor autocontrol, autoestima y eficacia.
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Activa el metabolismo y el sistema inmunológico
Cuando nuestro cuerpo nota la presencia del frío demanda más energía para poder mantener los niveles adecuados de temperatura interna, como hemos dicho antes. Esto provoca una aceleración del metabolismo. Esto, a su vez, mejora nuestro sistema inmunológico, que libera mayor cantidad de leucocitos y se encuentra más preparado para hacer frente a agresiones externas e infecciones.
Podría ayudar a combatir la ansiedad
Aunque no existe todavía un experimento clínico que haya usado las duchas de agua fría para tratar la ansiedad y la depresión, hay muchos expertos convencidos de que podrían servir de ayuda. La razón es que, supuestamente, si exponemos nuestro cuerpo de forma repetida al agua fría nuestro organismo reacciona fortaleciéndose a la hora de lidiar contra el estrés y contras los cambios hormonales y químicos que sienten las personas que sufren depresión.
Ayuda a dormir mejor
Quizás una ducha de agua fría no es lo más recomendable justo antes de meternos en la cama. Pero si nos la hemos dado por la mañana, toda la tensión que adquirió nuestro cuerpo en ese momento se va relajando a lo largo del día, de tal manera que al llegar la noche las tensiones han desaparecido y resulta más fácil conciliar el sueño.
Mejora la circulación
Las duchas de agua fría repercuten positivamente en nuestra salud cardiovascular. La sangre viaja a gran velocidad repleta de oxígeno para nuestro órganos vitales y musculatura. Alternar duchas de agua caliente y fría resulta más efectiva para este fin. Solo deben tener cuidado aquellas personas que padezcan algún tipo de trastorno cardiovascular.
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