Claves para comprender las enfermedades mentales que más nos afectan
En el Día Mundial de la Salud Mental, hablamos con dos expertos para saber qué enfermedades mentales son las más comunes en nuestro país, qué hay que hacer para superarlas y cómo vencer el estigma.
Un 20% de la población puede sufrir un problema de salud mental en algún momento de su vida. A pesar de que se ha avanzado mucho en la lucha contra el estigma de estas enfermedades, aún hay trecho que recorrer para comprenderlas y aceptarlas, de manera que podamos ayudar a aquellos que las padecen. En el Día Mundial de la Salud Mental, el doctor Guillermo Lahera Forteza, psiquiatra y profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad de Alcalá de Henares y la doctora Silvia López, médico de familia y secretaria del grupo de salud mental Semergen / MAP en CS. Huerta de los Frailes, en Leganés, dos expertos que viven muy de cerca estos trastornos, nos explican qué enfermedades mentales son las más prevalentes en España y qué debemos hacer para prevenirlas o convivir con ellas.
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Responde el doctor Guillermo Lahera Forteza:
¿Qué es la salud mental?
La salud mental es la parte de la salud que engloba aspectos físicos, emocionales y sociales, de forma que el individuo pueda alcanzar un alto grado de bienestar y, sobre todo, llevar a cabo libremente su proyecto vital. La salud mental implica libertad y sentido de realización personal. Por eso, los problemas de salud mental y los trastornos psiquiátricos generan sufrimiento y una merma de la autonomía del sujeto. El tratamiento, pues, tiene una función liberadora.
¿Cuáles son las enfermedades mentales más prevalentes en España?
En España se calcula que el 20% de la población tiene algún trastorno mental a lo largo de su vida. Si sacamos del análisis los cuadros fóbicos -que son muy frecuentes, pero no siempre requieren tratamiento-, los trastornos mentales más prevalentes son:
- La depresión
- La ansiedad, en sus distintas formas
- El abuso o dependencia del alcohol
Luego están los trastornos mentales graves, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Son menos frecuentes pero producen una enorme discapacidad.
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¿En cuáles de ellas existe más infradiagnóstico?
En varias de ellas. En la depresión existe tanto sobrediagnóstico (llamar depresión a reacciones emocionales normales) como infradiagnóstico (pasar por alto la auténtica enfermedad depresiva). En el abuso y dependencia del alcohol, claramente, existe un infradiagnóstico, porque el consumo tóxico está muy aceptado culturalmente. Los trastornos de alimentación, en la época adolescente están también muy pasados por alto, con el riesgo de cronificación que eso conlleva.
En los cuadros que se inician en la adolescencia (como los cuadros psicóticos), desgraciadamente, también vemos cierto retraso en llegar al diagnóstico y tratamiento, porque el entorno atribuye los cambios a la propia etapa vital o al consumo de sustancias como el hachis o la marihuana (porros). No siempre es fácil diferenciar lo normal de lo patológico, pero ante la duda conviene tener la ayuda profesional.
¿Se sabe por qué aparecen estas enfermedades?
Contribuyen diversas causas. Una de ellas es el difícil acceso al sistema sanitario. Cuando es fácil y sencillo consultar a un profesional por un problema de salud mental, mejoramos las cifras de detección precoz. Por ello es fundamental disponer de una atención primaria de calidad, en la que los médicos tengan tiempo de explorar y tratar -no sólo farmacológicamente- estos problemas. Otra causa es, todavía, el estigma de la enfermedad mental, en forma de vergüenza o culpa por sufrirla. Afortunadamente esto está cambiando.
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¿Cuáles son los síntomas?
Cada trastorno tiene sus señales de alarma, pero yo diría que hay que reaccionar cuando alguien:
- Cambia su comportamiento habitual, se retrae, se aísla, deja de comunicarse.
- Deja de disfrutar con sus actividades, pierde motivación y ganas por hacer las cosas.
- Se le ve menos capaz y fluido en sus tareas, con menos atención, concentración y memoria. En los adolescentes, un cambio brusco e inexplicado de su rendimiento académico puede ser una señal importante.
Es importante detectar estos síntomas de alarma porque el abordaje precoz de los trastornos mentales mejora el pronóstico.
Responde la doctora Silvia López:
¿Cuál es perfil de paciente que acude a atención primaria debido a una enfermedad mental?
Es variado, desde jóvenes con alteraciones de carácter, pérdida de interés o alteración de la funcionalidad, a adultos con trastornos adaptativos o ancianos con alteraciones cognitivo-conductuales. También dificultades por adaptación al estrés, ansiedad, dependencia al juego, drogas, alcohol etc., trastorno bipolar, esquizofrenia, trastornos por somatización, etc. En realidad todos pasan por atención primaría, aunque solo sea para solicitar recetas de tratamientos de salud mental. Pero la enfermedad mental más prevalente en nuestras consultas es la depresión.
¿Sigue existiendo estigma?
Sí, 'estar loco' no solo representaba una enfermedad grave incurable, también se consideraba un peligro social, algo que había que ocultar para no ser víctima de aislamiento. También fue una especie de maldición divina. A día de hoy sigue existiendo miedo 'a ser arrastrado' por las personas que la padecen.
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¿Qué se puede hacer para vencer este estigma?
Dar a conocer las características de una enfermedad, sea cual sea, ya que también hay otras muchas enfermedades estigmatizadas. Cuanto más conocemos un proceso, cómo afrontarlo, como ayudar, como protegernos etc., menos miedo y menos aprensión nos sugieren.
¿Qué consejos dan para preservar la salud mental?
Las medidas preventivas para preservar la salud mental pasan por fomentar hábitos saludables: alimentación, ejercicio físico, relaciones sociales sanas (familia, escuela, trabajo, sociedad), facilitar el desarrollo intelectual y afectivo en el individuo, difundir y entrenar en técnicas de afrontamiento para superar el estrés, desarrollar procesos adaptativos saludables, fomentar la generosidad y la implicación social.
También tendremos que mejorar el diagnóstico precoz, el seguimiento y los tratamientos, de los que ya tienen la enfermedad, así como estimular su adherencia terapéutica.
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