El caldo de huesos es un plato tradicional que se prepara desde hace años como un remedio para multitud de males, como catarros y resfriados, o para aliviar dolencias estomacales. Aunque cada vez se cocina menos, es todo un acierto rescatar esta tradición culinaria tan sabrosa, fácil de preparar, económica y llena de beneficios para nuestra salud. Solo necesitas hacer acopio de huesos sobrantes de otras comidas más huesos de calidad que adquieras directamente en el mercado.
Para prepararlo asa los huesos que tengas con un chorrito de vinagre de manzana antes de meterlos en la olla. Después solo tendrás que dejarlos cocer a fuego lento. Si puedes, déjalo enfriar durante la noche y a la mañana siguiente podrás disfrutar de tu caldo de huesos y congelar el sobrante para posteriores usos.
Repleto de beneficios para nuestra salud
Lo que le convierte, por encima de todo, en un alimento maravilloso es la cantidad de colágeno que contiene. El colágeno es un indiscutible aliado de nuestra piel, y ayuda a que esté firme y elástica, previniendo y corrigiendo las arrugas. Además beneficia a nuestro cabello, uñas y ligamentos.
El colágeno también sella el revestimiento de los intestinos y es un bálsamo calmante para aquellas personas que padecen del síndrome del intestino permeable. Contiene una gran cantidad de minerales. De hecho, es una de las mejores fuentes de calcio, fundamental para el mantenimiento de nuestro sistema óseo. El sodio, el potasio y el azufre también se encuentran en el caldo de huesos, aunque en menor cantidad.
Es una fuente de aminoácidos como la prolina, glicina y arginina, que ayudan a tener una buena digestión favoreciendo la secreción de jugos gástricos, a desintoxicar el organismo, a reducir el estrés y a favorecer la conciliación del sueño. Es rico también en condroitina y glucosamina, que ayudan a mitigar el dolor provocado por la inflamación de las articulaciones y los efectos dañinos que produce la artritis.
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Tiene multitud de usos a la hora de cocinar
El caldo de huesos nos ofrece un sabor complejo, profundo y especialmente delicioso que tiene multitud de usos en la cocina. En primer lugar un caldo es un plato en sí mismo, y puede tomarlo bebido en una taza como un sencillo consomé. Aunque, puestos a rescatar recetas tradicionales, si quieres que sea un plato más completo solo tienes que añadirle la clásica yema de huevo y tendrás un consomé redondo.
También es una perfecta base para todo tipo de purés, cremas y sopas, ya que combina bien con todo, además de añadir consistencia y sabor a numerosas salsas. No dudes en utilizarlo a la hora de estofar verduras y carnes, quedarán deliciosas. Y uno de los usos más socorridos es el de añadirlo a las comidas que vayas a recalentar.
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Razones para prepararlo tú misma
Esto es sabiduría popular: nunca, ni el mejor de los mejores caldos envasados puede compararse a un buen caldo casero. Y eso no quiere decir que no haya disponibles en el mercado caldos de una buenísima calidad, pero el sabor, la frescura y las propiedades nutricionales de todo aquello que cocinemos en casa conociendo al 100% todo lo que lleva y habiendo elegido previamente los mejores ingredientes a nuestro parecer.
Además, podemos preparar varios litros de caldo por un coste mínimo si sabemos reservar los huesos de la carne que compramos, por no hablar de las veces que carniceros y polleros nos ofrecen huesos y carcasas que van a desechar, que son perfectos para nuestro caldo.
Como lo ideal es hacer grandes cantidades, solo tienes que cocinar un día para disfrutar de unas semanas del sabroso caldo de huesos en todos los platos que se te ocurra.
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