La propia Organización Mundial de la Salud recoge la osteopatía como ‘una medicina alternativa que trata los problemas mecánicos del cuerpo’; y en algunos países, como EEUU, Inglaterra o Francia, se imparte como estudios universitarios. Sin embargo, en España, aunque muchos fisioterapeutas la emplean como método de tratamiento en sus consultas, no se encuentra regulada como una actividad profesional legal, a pesar de que el Ministerio de Ciencia e Innovación sí la reconoce como estudio dentro de la carrera de Fisioterapia.
Con todo, la osteopatía es una de las especialidades más demandadas por aquellos que buscan solucionar un problema musculo-esquelético mediante técnicas manuales no invasivas, que permitan recuperar la movilidad, mejorar la postura y activar los mecanismos de ‘autocuración’ del cuerpo.
“El objetivo de la osteopatía es garantizar el mejor funcionamiento de todo el cuerpo. Para ello, esta especialidad busca la causa y el origen de las lesiones para influir en la propia capacidad de autorregulación del organismo. Así, la medicina osteopática puede tratar disfunciones de movilidad que afectan a nuestro estado de salud (dolores articulares, molestias digestivas, dolores de cabeza, problemas circulatorios, prevención del dolor…)”, explica el doctor en medicina general José Carlo Gutierrez, portavoz médico de iSalud.com.
Para terminar de entender lo que es la osteopatía, debemos remontarnos a sus orígenes, concretamente a Estados Unidos en el siglo XIX, cuando un médico llamado Andrew Taylor Still estableció que todos los sistemas que componen la estructura corporal (sistema nervioso, sistema muscular, vísceras, etc) se hallan interconectados, de modo que cualquier afección en uno de estos elementos se reflejaría inevitablemente en los otros. Basándose en esta premisa, Still desarrolló una técnica terapéutica en la que, mediante las manos, el terapeuta podría percibir si existen tensiones que afecten al conjunto.
Lógicamente, la osteopatía ha evolucionado desde entonces y, actualmente, se centra sobre todo en el tratamiento de la columna; aunque también se le atribuyen beneficios en alteraciones digestivas y genito-urinarias, disfunciones respiratorias (asma, bronquitis...), alteraciones del sueño, migrañas, vértigos, ansiedad... Sin embargo, los estudios que acreditan la solvencia de esta terapia, destacan sobre todo su eficacia en el tratamiento de los dolores de espalda, especialmente en el caso de lumbalgias.
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¿Cuándo deberíamos ir al osteópata, cuándo al fisioterapeuta y cuándo al traumatólogo?
Aunque la osteopatía puede ser una opción en algunos casos (siempre y cuando sea impartida por fisioterapeutas u osteópatas con formación y acreditada experiencia), debemos asegurarnos de que se trata de la mejor terapia para nuestro diagnóstico.
“No debemos olvidar que el traumatólogo es el médico especialista en los traumas musculo-esqueléticos, que implican los huesos, articulaciones, tendones, músculos y nervios. Por ello, deberíamos acudir a su figura para un buen diagnóstico que descarte fracturas, problemas de la cadera, lumbago, síndrome de túnel carpiano, osteoporosis, ortopedia, prótesis, etcétera. La finalidad del traumatólogo es la de tratar quirúrgica y ortopédicamente las lesiones o anomalías de los tendones, huesos y articulaciones”, apunta José Carlo Gutiérrez.
“Por otro lado, el fisioterapeuta nos va ayudar con lesiones o enfermedades que necesiten rehabilitación, con el objetivo de que podamos recuperar la movilidad o aliviar el dolor de la zona lesionada. Para ello, se aplican algunas terapias como son: masajes terapéuticos, terapia del dolor, ultrasonido, laserterapia, lámpara infrarroja, gimnasia terapéutica… Así mismo, la fisioterapia es inmejorable para reducir la inflamación y el dolor muscular cónico o para ayudar a recuperar la movilidad tras una intervención quirúrgica”.