¿Te puede cambiar la vida un erizo?
El autor del conmovedor y revelador libro '25 gramos de felicidad' nos habla de cómo su relación con una cría de erizo le cambió la vida y le ayudó a encontrarse a sí mismo
¿Te puede cambiar la vida un erizo? Al parecer sí. Y cuando se trata de una cría, con tan solo 25 gramos de peso, más aún. Al menos, eso fue lo que le ocurrió al veterinario Massimo Vacchetta. Por una carambola de la vida, tuvo que hacerse cargo de una cría de erizo. Cuando se dio cuenta de que el animal, con tan solo dos o tres días de vida, dependía por completo de él, algo se removió en sus entrañas. De los cuidados que le profirió al pequeño mamífero, surgió la necesidad de luchar para proteger a otros de su misma especie. Y de su experiencia, un refugio para erizos y este libro: '25 gramos de felicidad (ed. Kitsune), un conmovedor testimonio en el que Vacchetta narra cómo Ninna, la cría de erizo, le cambió la vida, le ayudó a encontrarse a sí mismo y le devolvió la felicidad. Hemos hablado con él sobre su experiencia, sobre el desarrollo interior y el amor verdadero, incluso, por los animales y esto es lo que nos ha contado:
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¿Por qué cree que Ninna le cambió la vida?
Ninna es una pequeña cría de erizo huérfana que pesaba tan solo 25 gramos cuando la conocí. Me cambió la vida porque supo sacar a la luz la mejor parte de mí, los sentimientos, algo que había reprimido durante muchos años. Soy veterinario especializado en ganado bovino, estaba acostumbrado a tratar con animales muy grandes y, a lo largo de los años, me había creado una especie de coraza para protegerme del dolor. Empecé a desarrollar esta coraza cuando era un niño por miedo a la soledad y al abandono; mis padres trabajaban muchas horas y, además, no se llevaban bien, por lo que vivía con el miedo constante a que se separaran, algo que finalmente sucedió. Ninna hizo que ese escudo protector se rompiera y, desde entonces, cambié mi forma de relacionarme con las personas y los animales. Ahora soy más compasivo, más empático con quien sufre.
¿Habría sucedido lo mismo de haber sido otro animal de otra edad, otra especie, en otro momento de su vida?
Lo cierto es que no sabría decirlo. En mi opinión, los cambios se producen cuando la persona está preparada para ello, cuando alcanzamos un nivel determinado de madurez, de consciencia. En mi caso, los erizos, que son animales muy especiales con un carácter también muy especial, me llegaron al corazón. Ninna era muy pequeña cuando la conocí, pesaba solo 25 gramos y tenía el tamaño de un pulgar. El erizo, por un lado, es el símbolo de la fuerza, de las ganas de vivir, de la resiliencia, de la resistencia, pero, por otro lado, también es el símbolo de la fragilidad; son animales pequeños y nadie piensa en ellos, y fue precisamente esta debilidad la que me conquistó el corazón.
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¿Qué nos enseñan los animales?
Los animales son mucho más inmediatos en las relaciones, van directos a la esencia de las personas. Lo que he aprendido de los animales es que existen relaciones puras que no están influidas por las palabras, las opiniones y los prejuicios. Soy consciente de que es muy difícil tener este tipo de relaciones con los humanos, pero los animales me han enseñado a tener una relación más directa con las personas, fijarme en su esencia, tal y como hacen ellos.
¿Por qué nos aportan tanta felicidad?
Hay muchos animales, como los gatos o los perros, que nos dan amor y afecto sin pedir nada a cambio. Para ellos, lo importante es nuestra esencia, no nuestro aspecto físico, por poner un ejemplo. Los animales nos hacen felices porque estimulan el deseo innato que tenemos de cuidar de alguien. Es importante dejar hablar y escuchar a esta voz interior porque saca a flote una parte muy bonita de las personas, que es la de querer a los demás y ayudarlos.
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¿Cómo podemos conseguir el respeto hacia la fauna salvaje, hacia todos los animales, la naturaleza...?
El primer paso, que es fundamental, consiste en conocer. Con mi libro,'25 gramos de felicidad', he querido coger de la mano al lector y acompañarlo en un paseo por este maravilloso mundo que es la naturaleza, mostrarle lo bonito que es y lo mucho que los animales se parecen a nosotros. Tenemos muchas cosas en común con ellos, aunque, a priori, no lo diríamos porque no vivimos en contacto directo con ellos. Pero si consiguiéramos acercarnos un poco, comprenderíamos que todos somos pasajeros del mismo barco. Los animales son nuestros compañeros de viaje en este barco que es la Tierra y tenemos muchas más cosas en común con ellos de las que imaginamos.
¿Piensa que estamos muy lejos de conseguirlo?
El primer paso para conseguirlo es considerar a los animales como individuos, comprender que ellos también tienen alma, sentimientos, necesidades, miedos, y en esto se parecen mucho a nosotros. En cuanto demos este paso, lo habremos conseguido, porque respetaremos sus vidas y sus espacios.
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En España, por ejemplo, sigue habiendo maltrato, abandono, caza ilegal... ¿ocurre lo mismo en Italia?
Italia ha dado un paso adelante en este sentido. Cada vez hay más personas que conviven con animales domésticos, es habitual encontrar en muchos hogares gatos o perros, por ejemplo. En cuanto al trato a los animales salvajes todavía nos queda mucho trabajo por hacer, pero como he mencionado anteriormente, primero tenemos que hacer un trabajo de educación y concienciación para conocerlos. Una vez esté hecho, el respeto vendrá como consecuencia natural.
¿Por qué no deberíamos tener a los animales en cautividad?
Por un lado, tenemos a los animales domésticos, que habitualmente están muy bien cuidados en las casas que los acogen. Por otro lado, tenemos a los animales salvajes y, con estos últimos, debemos ponernos en su lugar y pensar en cómo nos sentiríamos si nos obligaran a vivir recluidos durante toda nuestra vida, sin libertad para movernos o expresar nuestra naturaleza. La empatía es necesaria para comprender la situación de estos animales. ¿Tú querrías vivir así? Si la respuesta es no, deberíamos aplicarlo también a los animales salvajes. Debemos dejar de lado nuestro egoísmo y ofrecer a los animales la libertad y el respeto a los que todos tenemos derecho en el planeta. Esto, en realidad, debería ir acompañado de leyes, porque adonde no llega el corazón, tiene que llegar la ley.
En el libro describe el amor (el verdadero) como la capacidad de comprender, aceptar y respetar la naturaleza del otro.
No concibo una vida sin amor. El amor es lo que da sentido a la vida y es imprescindible que el hombre se deje llevar por los sentimientos, por el corazón, aunque tampoco hay que olvidar el cerebro, nuestra parte racional.
¿Cree que los amantes de los animales sienten ese 'amor verdadero' que describe en su libro?
El amor por los animales, probablemente, surge a raíz de experiencias que nos marcan. Cada uno se relaciona con los animales de una forma en concreto. Se crea una afinidad, del mismo modo que cuando conocemos a una persona especial, a la que queremos; no podemos explicar por qué, pero algo dentro de nosotros se mueve, se agita. Tenemos que dejar fluir estos sentimientos y no dejarnos condicionar por la sociedad moderna. A menudo las personas no expresan sus sentimientos por miedo a ser juzgados. Deberíamos encontrar el valor para expresar lo que realmente sentimos. Al fin y al cabo, lo más importante es ser honestos con nosotros mismos y mostrarnos tal y como somos.
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Y esta clase de amor por ellos, en su opinión, ¿por qué algunos lo llaman 'raro'?
No es malo ni raro sentir amor verdadero por los animales ni por nuestros semejantes. Lo que sucede es que a veces nos cuesta porque buscamos constantemente la aceptación por parte de los demás. La sociedad te condiciona, te impone reglas, modelos de comportamiento a seguir para ser aceptado. Es difícil pensar en nosotros al margen de esas reglas, porque eso te pone inmediatamente la etiqueta de disidente, de diferente y, por tanto, estás condenado a vivir apartado. Pero si alguien encuentra la fuerza y el valor para expresar su esencia, consigue una satisfacción enorme para sí mismo y, sin duda, encontrará personas similares, se crearán movimientos y grupos y cada uno podrá encontrar su lugar en el mundo. En definitiva, el camino a seguir es expresar sin miedo lo que sentimos y lo que somos con honestidad. Mi consejo es que dejéis hablar siempre a vuestro corazón o a la parte del subconsciente que nos dice qué debemos hacer y qué es lo adecuado para nosotros.
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