El ejercicio físico es uno de los pilares sobre los que cimentar los principios de un estilo de vida saludable. En la actualidad, cada vez son más las disciplinas a nuestra disposición para hacer del deporte un hábito que, además, nos ayuda a superarnos día a día y a la consecución de unas metas determinadas. Pero más allá de las visitas al gimnasio o de las actividades al aire libre (como el running o el ciclismo), después de una sesión intensa de ejercicio, existe otro tipo de entrenamiento; uno que no se ve pero que resulta primordial para progresar favorablemente y alcanzar nuestros objetivos. Hablamos del que empieza cuando terminamos nuestra rutina diaria, el llamado entrenamiento invisible.
Se trata de todas aquellas actividades complementarias que lleva a cabo un deportista que también influyen en su rendimiento y se llevan a cabo cuando finaliza su práctica. El cuerpo necesita recuperarse correctamente después de cada entrenamiento, algo esencial que incluye tareas tan básicas y cotidianas como el descanso y la alimentación, con un peso muy importante a la hora de valorar los resultados. Puede que se trabaje muy duro todos los días, pero si no se respetan las horas de sueño y no se lleva una dieta sana y equilibrada, puede que el esfuerzo no sirva para nada.
Estiramientos
Toda práctica deportiva debe finalizar con una sesión completa de estiramientos para mejorar la flexibilidad y devolver el tono a los músculos que se han ejercitado con el fin de prevenir lesiones y evitar el dolor en forma de agujetas. Lo más recomendable es estirar todo el cuerpo, pues está formado por cadenas que relacionan unos músculos con otros y si no se trabajan todos por igual, alguna parte quedará descompensada.
Descanso
Después de la intensidad es necesario relajarse y volver a la calma. Un descanso adecuado ayuda a activar los mecanismos de recuperación del organismo para que pueda regenerarse de forma adecuada mediante la segregación de la hormona del crecimiento. Respetar unas horas de sueño mínimas al día permite al cuerpo asimilar correctamente el ejercicio realizado y recuperar la energía necesaria para enfrentar una nueva jornada de entrenamiento. Asimismo, dormir bien refuerza el sistema inmunológico haciendo que enfermemos menos y no hagamos parones en nuestra rutina.
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Hidratación
Mantener una correcta hidratación es muy importante para cualquier individuo, más aún si se es deportista. Beber agua y otras bebidas reponedoras (como las isotónicas) contribuye a restablecer los niveles del organismo que, tras la práctica deportiva, puede haber perdido una gran cantidad de líquido en forma de sudor. Si este no se repone, se hará trabajar de más a los riñones, con los graves problemas que esto acarrea a la salud. La cantidad dependerá de cada persona y de la actividad que realice.
Nutrición
Lo que comemos también tiene un papel fundamental a la hora de mejorar nuestro rendimiento y nos ayudará a reparar el daño muscular ocasionado. De este modo, una dieta saludable y equilibrada (basada sobre todo en alimentos frescos como frutas, verduras, carnes magras y cereales integrales), además de baja en grasa, nos ayudará a obtener la energía necesaria para funcionar correctamente. Por supuesto, los hidratos de carbono son esenciales en la alimentación del deportista.
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Cuidados extra
Además de vigilar todos los aspectos ya mencionados, existe otra serie de cuidados extra que se pueden llevar a cabo para favorecer la recuperación y maximizar el rendimiento. Visitas regulares al fisioterapeuta o al podólogo para detectar lesiones; masajes deportivos para aliviar la tensión muscular; crioterapia (aplicación de frío) para reducir la inflamación y remitir el dolor; consultas con coachs motivacionales o, simplemente, elegir un buen material y equipación pueden contribuir a sacar lo mejor de nosotros mismos.