Cada año el verano suele dejar tras de sí un rastro de miles de hectáreas quemadas que provocan un profundo impacto medioambiental, así como un gran daño para la sociedad. Las altas temperaturas estivales aumentan el riesgo de incendios cuyas pérdidas son incalculables, sobre todo, en cuanto a recursos naturales. De este modo, la deforestación es una de sus consecuencias directas más graves. La merma progresiva de árboles supone un serio problema con graves consecuencias como la perdida de la diversidad, degradación del hábitat y alteraciones en el clima global. Ante esta problemática podría parecer que volver a replantar para regenerar rápidamente las zonas afectadas es la solución más eficaz. No obstante, la reforestación no siempre es tan sencilla como pudiera parecer, ¿quieres sabes por qué?
Cada árbol necesita unas condiciones específicas
No todos los ecosistemas ni los árboles son iguales. Se calcula que, en la actualidad, existen alrededor de 60.000 especies distintas y cada una tiene unas cualidades y necesidades específicas. De este modo, hay que conocerlas detalladamente para dar con las condiciones que les son más favorables para sobrevivir y prosperar. Resulta esencial tener en cuenta datos como el tipo de suelo y de clima que necesita cada árbol, así como el efecto que los animales o insectos tienen sobre él para que la reforestación tenga un efecto positivo. A tal fin, lo más recomendable es repoblar con especies autóctonas y locales.
Dejar que la naturaleza siga su curso
Según señala la organización no gubernamental Ecologistas en Acción en su revista El Ecologista, "se tiende a subestimar la capacidad regenerativa de la naturaleza, pensando que hace falta corregirla"; un planteamiento completamente erróneo. Asimismo, señala que, a menudo, después de un incendio lo aconsejable es no repoblar, ya que los montes se regeneran con el tiempo por sí solos. Sin embargo, existe cierta cultura de reforestación con fines políticos y lucrativos que, en ocasiones, resulta mucho más agresiva e invasiva dado que produce un alto impacto en zonas de alto interés ecológico.
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Especies en entredicho
Algunas especies de árboles han demostrado ser muy polivalentes para adaptarse casi a cualquier tipo de ecosistema. Es el caso del pino o el eucalipto, de rápido crecimiento y capaces de salir adelante, incluso, en suelos muy dañados. Sin embargo, la citada ONG denuncia que muchos incendios se han producido precisamente en zonas repobladas con estas especies denominadas ‘pirófitas’. De este modo, indica que, por ejemplo, los pinos aumentan la acidez del suelo y la resina de sus troncos y las hojas secas que se acumulan bajo ellos hacen que puedan prender rápidamente.
Repoblaciones abandonadas
Otro problema bastante común que trae consigo la reforestación es que a veces una vez hecha no recibe los cuidados necesarios para que salga adelante. Tal y como indica el organismo, muchas veces no se siguen tratando e introduciendo paulatinamente especies autóctonas para favorecer la sucesión, puesto que este procedimiento es económicamente más costoso y exige un trabajo casi exclusivamente manual.