Estar delgados no es solamente una cuestión de que la dieta funcione o no; aunque, por supuesto, tiene un papel determinante. El estrés, las emociones mal gestionadas, los pensamientos obsesivos… tienen mucho que ver en el control del peso, tal y como demuestra la investigación de la neurociencia aplicada a la nutrición.
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El doctor francés Yann Rougier, quien participa en diferentes equipos científicos en el campo de la psico-neuro-inmunología, explica en su libro ‘Entrena tu cerebro para adelgazar’ (La Esfera de los libros): “Cada vez que nos llevamos un alimento a la boca, lo hacemos bajo la influencia de una cascada de neurotransmisores que se abren paso ‘a codazos’ en el cerebro. Ahora bien, esos mismos neurotransmisores son también ‘esclavos dóciles’ de tus pensamientos y tus emociones. Lo cual explica por qué las emociones mal gestionadas y los pensamientos recurrentes (a menudo debidos al estrés u otras presiones del día a día) interfieren en el comportamiento alimenticio y el metabolismo, haciendo fracasar la práctica totalidad de los regímenes adelgazantes, desde los más clásicos a los más disparatados”.
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El papel de la insulina para adelgazar
Para comprender esto, los investigadores en nutrición y endocrinología explican también el efecto de estos neurotransmisores sobre la insulina, una hormona muy importante, producida por el páncreas, que se encarga sobre todo de regular nuestro nivel de azúcar sanguíneo; y, además, está directamente implicada en la pérdida de peso. “La insulina es calificada a menudo como ‘directora de orquesta de los azúcares y las grasas’ (…); y ha demostrado tener también un papel moderador entre dos parejas de neurohormonas esenciales para el equilibrio psicoemocional: por un lado, las de la relajación y el buen ánimo (serotonina y dopamina); por otro las del estrés, la tensión nerviosa y el malestar (adrenalina y cortisol). La dimensión biológica pura (la gestión de los azúcares y las grasas) confluye con la dimensión psicoemocional (la estabilidad de nuestro humor)”, apunta Rougier.
Por eso, cada vez más métodos de adelgazamiento serios, como el plan de 21 días que el experto comparte en ‘Entrena tu cerebro para adelgazar’, integran herramientas para la gestión del estrés, ejercicios de respiración y relajación, reeducación corporal…; y otros descubrimientos recientes en materia de alimentación (índice glucémico, crono-dietética…). ¿El objetivo? Hacer que el cerebro se prepare para la pérdida de peso y esté entrenado antes de comenzar cualquier dieta.
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Las 5 herramientas adelgazantes según la psico-neuro-nutrición
El doctor francés Yann Rougier apunta cinco pasos básicos para ello:
- Respirar bien a diario. Un protocolo de respiración sistematizada y rítmica es necesario para combatir el estrés y reequilibrar la producción de determinados neurotransmisores cerebrales y hormonas responsables de las ‘falsas hambres’ y de los ‘desfallecimientos’.
- Eliminar toxinas de tu cuerpo. Para ayudar en la regeneración de los órganos de digestión, de asimilación y de eliminación, a fin de frenar la sobreacumulación de grasas y favorecer la eliminación de kilos inútiles.
- Armonizar mentalmente tu esquema corporal y remodelar las zonas que lo necesiten. Un protocolo de visualización mental, práctico e ilustrado, para influir en el metabolismo lipídico y la plasticidad grasa.
- Mejorar la gestión emocional. Gracias a un ejercicio lúdico de ‘espectador en consciencia’ de su día a día; permite salir de los esquemas psicoemocionales negativos que se traducen en el plano corporal en hambre irrefrenable y en una sobreacumulación global. Para ir más lejos (si fuera necesario) un ‘protocolo de intenciones’, basado en un trabajo de escritura simple, que permite derribar determinados ‘muros adelgazantes’ más profundamente enquistados.
- Y finalmente, modificar poco a poco la alimentación. Una vez que hayas preparado el cuerpo, el cerebro y el sistema nervioso, es el momento de implantar unos buenos hábitos de alimentación para lograr un peso ideal.
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