Numerosos productos han adquirido de un tiempo a esta parte la categoría de “superalimento”: la quinoa, las semillas de Chía o de lino, las bayas de goji… A estas alturas toca preguntarnos qué queremos decir cuando hablamos de superalimento, y si los que son considerados así, son en realidad tan “súper”.
A qué nos referimos cuando hablamos de superalimentos
Normalmente usamos este término para referirnos a determinados alimentos crudos en su mayoría que son muy ricos en nutrientes, repletos de vitaminas y minerales, y por tanto son muy beneficiosos para nuestra salud.
El problema es que, por lo general, nos centramos en alimentos que son muy ricos en algún nutriente en concreto, con una determinada función específica, que suelen ser desconocidos y exóticos. Y es posible que pongamos demasiada atención en ellos, creyendo que van a ser los guardianes de nuestra salud, sin prestar demasiada atención al resto de alimentos que componen nuestra dieta.
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Una buena alimentación abarca todo lo que comemos
Nadie niega que los llamados superalimentos no sean buenos para nuestro organismo, pero de nada sirven si no forman parte de una alimentación saludable y equilibrada, que nos garantice un correcto aporte de nutrientes. Y eso se consigue con una dieta basada en el consumo de verduras, legumbres, cereales integrales, frutas y frutos secos, y grasas saludables como la del aceite de oliva. Este tipo de productos deben primar sobre las carnes rojas, los alimentos procesados y ricos en grasas saturadas o las bebidas azucaradas. Está muy bien comer semillas de Chía, pero a lo mejor lo que tu cuerpo necesita es comer más legumbres.
Un alimento no ejerce ningún poder sobre nuestra salud si se consume de forma aislada. En cambio, sí lo hará a medio y a largo plazo una alimentación rica en alimentos de origen vegetal. Estos sí han demostrado prevenir numerosas enfermedades crónicas que se asocian al deterioro que sufre el organismo con los años.
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Los verdaderos superalimentos
Según el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN), el efecto positivo que tienen sobre nuestra salud las frutas y hortalizas es visible de forma aplastante. Su consumo se asocia a un menor riesgo de padecer enfermedades y de mortalidad. Reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer, obesidad o diabetes tipo 2, aunque no se haya podido concretar qué componentes o mecanismos lo explican. Pero lo cierto es que son alimentos bajos en nutrientes peligrosos para la salud, si se toman en exceso. Y si los consumimos de manera prioritaria, le damos menos cabida en nuestra dieta a los embutidos, bollería o platos precocinados.
Entonces, ¿puedo seguir tomando quinoa?
Por supuesto. La quinoa, las bayas de goji, el jengibre, ajo negro, kale, té verde, chocolate negro, semillas de Chía… solo es importante que sepas que consumidos que de forma aislada y por sí mismos no van a curar ninguna enfermedad ni son milagrosos. Inclúyelos en la medida adecuada dentro de una dieta equilibrada y disfruta de ellos. La variedad de productos hace que nuestra alimentación sea más saludable, aunque es importante primar alimentos de temporada y próximos a nosotros, ya que son más sostenibles y seguramente más económicos. Pero eso no quiere decir que no puedas incorporar alimentos más exóticos o de otras culturas que te aporten variedad. Eso sí, sin olvidar que todos los nutrientes que necesitas los tienes en tu propio entorno.
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