Inteligencia emocional: la asignatura pendiente de la 'vuelta al cole'
Educar las emociones desde la infancia podría prevenir el acoso, la violencia en las aulas y la agresividad
El acoso escolar es una de las situaciones más serias y complicadas a las que se puede enfrentar un niño o adolescente; y en la que, por supuesto, también se ven involucrados los padres que, muchas veces, viven con impotencia el sufrimiento del que sus hijos son víctimas, conscientes de las secuelas que este puede causarles de por vida. Es por ello que la doctora Marisa Navarro, terapeuta y escritora de los libros 'La medicina emocional' y 'El efecto tarta', incide en la importancia de enseñar a los niños a manejar sus pensamientos, a tranquilizar su mente, a cuidar sus emociones, a aumentar su autoestima, a ser más empáticos... En definitiva, a ser emocionalmente más inteligentes.
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Conocer cómo funcionamos a nivel emocional, comprendernos y aprender a manejar nuestras emociones deberían ser, según la experta, los primeros aprendizajes en la infancia. "Nos hemos preocupado fundamentalmente del desarrollo cognitivo y conductual de los niños, olvidando el aspecto emocional, que tanta importancia tiene para su vida y para las relaciones con los demás. Además, educar la inteligencia emocional mejora el rendimiento escolar y da lugar a hombres y mujeres más felices, eficientes, capaces de afrontar con más optimismo y fortaleza los contratiempos".
Pero, como todo aprendizaje, supone atención y coherencia y, para ello, "la escuela tiene que estar en consonancia con lo que transmitimos a los niños en el hogar. Si queremos niños emocionalmente sanos empezaremos por el hogar, y buscaremos colegios que potencien esos valores, actividades extra escolares que desarrollen sus habilidades y amigos que les hagan crecer como personas", explica Marisa Navarro.
Además, según la experta, hay otros puntos importantes que debemos tener en cuenta:
- Enseñarles a pensar en positivo. Aunque es necesario desahogarse, muchas veces solo hablamos de problemas y especialmente en casa, ya que es el lugar dónde más confianza encontramos para hacerlo. Hay que tratar de dosificar, y encontrar el momento para resaltar también las cosas buenas que han pasado a lo largo de día, ya que de esta manera también enseñarás a tus hijos a buscar los buenos momentos que han tenido y a poner atención en ellos.
- Permíteles vivir su momento presente. Los adultos entrenamos a los niños para que miren al futuro y para que recuerden el pasado, algo que se hace inconscientemente para transmitirles un supuesto sentido de supervivencia y protección ante posibles peligros que les puedan acechar, pero con ello les estamos alejando de los beneficios emocionales de vivir en el presente.
- No potenciar en ellos la enfermedad. Si el niño recibe demasiadas atenciones cuando padece alguna enfermedad sin demasiada importancia, como un resfriado o un leve dolor de cabeza, le encantará estar enfermo. Ante este hecho, se debe procurar no alarmarse excesivamente y alentar a los niños, con frases del estilo, “esto no tiene importancia, pronto podrás salir a jugar con tus amigos...”, “no te preocupes, eres un niño muy fuerte”...
- Pon especial atención a las palabras. Las palabras son poderosas y tienen grandes efectos en nuestra vida. Hay palabras que enferman y palabras que curan, y depende de uno escoger unas u otras. En este sentido, hay que prestar mucha atención a las palabras que utilizamos, o la manera, optimista o pesimista, que tenemos de expresarnos delante de los niños, pues ellos están creando su vocabulario y acabarán hablando como hablen sus padres, con todo lo que esto puede suponer para su vida.
Por último, la autora de 'La Medicina emocional', invita a los padres a estar atentos y prestar atención al comportamiento de sus hijos para poder detectar y atajar a tiempo posibles casos de acoso escolar. Por ejemplo, fomentar el diálogo con ellos permitirá que se den cuenta de los cambios de actitud, que pueden indicarnos que algo no marcha bien; y saber diferenciar si su tristeza o mal humor son algo puntual o como consecuencia de algo mucho peor.
Algunas recomendaciones:
- Mantener la calma. En una situación de conflicto es fundamental no perder los nervios. Si cuando un niño explica lo que está pasando la reacción de los padres es el enfado, los gritos, la rabia...etc, es posible que el niño considere que también está causando un problema en casa y trate de esconderlo.
- No echarse la culpa. Ante el sufrimiento de un hijo es inevitable sentirse culpable pensando que se debería haber actuado o educado al niño de otra manera. Es un error, al igual que pretender echársela al niño.
- Comunicación. El niño debe ser consciente que puede confiar en sus padres y que no está solo. Muchas veces se piensa que el amor y el apoyo se sobreentiende entre padres e hijos, pero es necesario también verbalizarlo y demostrarlo. Cenar con los hijos, sin tele ni dispositivos móviles potencia la comunicación en la familia.
- Dale importancia a lo que te cuenta. A veces se cree que la mejor manera de solucionar los problemas es no hacerles caso. Pero achacar la situación a “cosas de niños” o tratar de quitarle importancia no ayuda. “Muchos padres tienden a pensar que con el tiempo la situación se pasará, y puede que estén en lo cierto, pero cuanto antes se tomen las medidas y se acabe el problema, más sufrimiento le estarás ahorrando”, advierte la doctora.
- Haz que conozca otros ambientes. Tratar de proponer y realizar actividades fuera del entorno escolar, es uno de los mejores remedios. Así se fomenta que conozca a otras personas y otros niños con los que se sienta seguro.
- Enséñale a defenderse. No se trata de fomentar el pegar o insultar a otros. La mejor defensa que se puede hacer es desarrollar la seguridad en uno mismo y la autoestima. Estas son las mejores “armas” que se pueden enseñar para defenderse del acoso, pero también se trata de una enseñanza para toda la vida y para afrontar su futuro. “Además si algo tienen en común acosadores y acosados es su baja autoestima, pero mientras que acosadores se refugian en la agresividad, los acosados son tímidos e introvertidos”, añade.
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