¿Cuándo es necesario tomar suplementos de vitaminas?
Aunque la dieta variada aporta las cantidades necesarias, hay momentos en los que pueden ser necesarios los suplementos de vitaminas.
Las vitaminas son compuestos biológicos de variada estructura química que están presentes en la naturaleza. Forman parte de los alimentos frescos y naturales y las consumimos a través de estos. Si nuestra alimentación es sana, completa y equilibrada nuestras necesidades vitamínicas estarán cubiertas, y no necesitaremos recurrir a suplementos. Sin embargo, en algunas situaciones y etapas de la vida, sí es beneficioso recurrir a ellos, ya que nos ayudarán a mantener buena salud.
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¿Para qué sirven las vitaminas?
Las funciones de las vitaminas son múltiples y variadas, pues intervienen en todos los procesos metabólicos. Así, junto con las hormonas y los enzimas, participan en el buen estado y funcionamiento de las células y de los tejidos.
Las acciones más llamativas y conocidas de las diferentes vitaminas las podemos resumir en:
- Vitamina A: contribuye a una mejor salud visual, visión nocturna y formación de epitelio. También ayuda al fortalecimiento del sistema inmune.
- Vitamina B: participa en el buen funcionamiento del sistema nervioso central.
- Vitamina C: fortalece el sistema inmune, ayuda a la cicatrización, y tiene una acción antiinfecciosa.
- Vitamina D: mejora la formación de los tejidos óseos, la fijación del calcio en los huesos y combate el raquitismo.
- Vitamina E: es antioxidante y participa en la función reproductora.
- Vitamina K: indispensable para la coagulación de la sangre.
Todas las vitaminas son importantes y necesarias. Si no están presentes en la cantidad requerida, se presentaran signos de carencia que, en muchas ocasiones, pueden dar lugar a alteraciones en la salud y a producir enfermedades.
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Déficit de vitaminas
Enfermedades como el raquitismo carencial (carencia de vitamina D), el escorbuto (carencia de vitamina C), el beriberi (déficit de vitamina B1) o la pelagra (déficit de vitamina B3) pertenecen al pasado y afortunadamente son inexistentes en nuestro entorno.
Sin embargo, la existencia de carencias mínimas o parciales dará lugar a diferentes síntomas, tales como el sangrado de encías, la sequedad extrema de la piel, la caída del pelo, la fragilidad de las uñas o la dificultad de la visión nocturna, y nos pondrán sobre aviso de que algo no va bien y de que nuestro organismo no funciona como antes.
Por otro lado, en nuestro entorno, aunque es poco probable, existen determinadas situaciones, tales como las dietas extremas adelgazantes, las denominadas milagro, o muy restrictivas, el estrés mantenido, el abuso de substancias o el exceso de tabaco y alcohol que pueden ser causa de pequeñas carencias vitamínicas que repercutan sobre la salud.
Necesidades vitamínicas
Las necesidades diarias de vitaminas están condicionadas por el peso, la edad, el sexo, el metabolismo y la actividad física. Aunque existen tablas y se conocen las necesidades diarias de cada vitamina, la individualidad de cada organismo hace que estas sean solamente orientativas.
Situaciones tales como, el embarazo, el crecimiento acelerado en la infancia y la adolescencia, el ejercicio físico intenso, la convalecencia de enfermedades o la presencia de circunstancias como el frio intenso, el calor extremo, la sobrecarga de trabajo intelectual o el estrés aumentan sus necesidades y, por eso, puede ser necesario modificar la dieta, consumir más frutas y verduras frescas, o tomar suplementos farmacológicos, siempre bajo control médico.
Es importante recordar, no obstante, que los tratamientos con suplementos de vitaminas los tiene que recomendar y controlar siempre vuestro médico. No se deben tomar sin control y sin haber sido recetados, pues tanto su indicación como su dosificación pueden generar alteraciones no deseadas.
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¿Pueden ser nocivas?
Las vitaminas no están consideradas como medicamentos, pero sí como preparados farmacológicos y, por lo tanto, su venta se realiza en farmacias. Aunque sean productos de libre prescripción, de nuevo insistimos, deben ser siempre recetadas y recomendadas por el médico.
La ingestión inadecuada, a destiempo o en dosis excesivas puede ser perjudicial para la salud, generar trastornos y alterar el funcionamiento de diversos órganos o sistemas. Por ejemplo, las dosis altas de vitamina D3 pueden perjudicar al funcionamiento renal; las de de vitamina A pueden dar lugar a cefaleas, por aumento en la producción de líquido intrarraquídeo. La dosificación elevada y persistente de vitamina C puede favorecer la aparición de cálculos en las vías urinarias. En definitiva, las vitaminas tienen sus indicaciones y su dosificación debe ser la adecuada.