Encontrar tiempo para hacer ejercicio físico a veces resulta una tarea muy complicada. Cada vez tenemos más obligaciones y la lista de cosas por hacer nos desborda, así que el cuidado de nuestra salud a veces queda en segundo plano. Si resulta tan fácil encontrar una excusa para dejar de ir al gimnasio, tal vez sea porque de verdad nos faltan horas.
Sin que sirva de sustituto al gimnasio, pero sí de complemento, podemos potenciar pequeñas tareas de nuestra rutina para obligarnos a hacer más ejercicio físico. Lo dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) en un informe que ha elaborado con recomendaciones sobre el ejercicio físico mínimo que debemos realizar en nuestro día a día, asociándolo con pequeñas tareas.
Según la OMS, podemos basarnos en cualquier tipo de actividad que haga mover nuestro cuerpo, desde actividades recreativas y de ocio (juegos, bailes), tareas domésticas o ejercicios dentro de nuestro trabajo. El objetivo es sacar provecho de aquellos esfuerzos físicos que a veces minimizamos por comodidad, integrándolos en la rutina y convirtiéndolos en comunes y asumibles.
Piensa en esto: tienes que subir a un quinto piso. Puede que tu primer impulso sea coger el ascensor porque sabes que si subes andando llegarás sin aliento. Pero ¿cómo sería si esa fuera tu costumbre? Potenciar el ejercicio físico en todas las tareas diarias puede favorecer tu nivel de resistencia, elevando primero la percepción anímica de qué es un esfuerzo y qué no lo es. Si integras el ejercicio como algo normal, estarás derribando la sensación de cansancio ante cuestiones menores, y subiendo el listón de tu resistencia.
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El ejercicio físico está en todo
Es evidente que podemos subir las escaleras de varios pisos e ir andando recorriendo distancias cortas. Cuando subes escaleras estás realizando un ejercicio aeróbico que potencia los músculos inferiores. Al subir, trabajas contra la gravedad, por lo que aportas un ejercicio más rico que caminando.
Si la practicidad puede contigo y siempre optas por los desplazamientos motorizados (ascensor, coche, metro…), piensa que puedes recorrer una distancia urbana de 40 minutos a pie y que no estarías ahorrando mucho tiempo si fueras en coche o en un medio de transporte público. Sacar el coche del parking, esquivar atascos y aparcar puede equivaler al mismo tiempo que utilizarías yendo a pie, y en ocasiones añade más estrés y contratiempos.
Caminar media hora puede hacer que quemes unas 150 calorías, siempre que tu peso esté entre 55 y 65 kilos. Si hacemos este trayecto todos los días laborables, que sería el equivalente a llevar a los niños al colegio, o acercarnos a pie a la compra, estaríamos desprendiéndonos de 3.300 calorías mensuales.
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No dejes de ir al gimnasio
Tómate este reto como un incentivo para ir al gimnasio, no como un sustituto. Realizar tareas físicas cuando puedes obviarlas ejercita tu cerebro, porque te abre a replantear cuánto esfuerzo físico puedes asumir en tu vida diaria, y eso debes tomártelo como un aliciente para desarrollar y potenciar desde el gimnasio.
El resultado de subir escaleras, caminar o cargar con más peso no hará ningún milagro en tu forma física. De hecho, estudios de la Universidad de Roehampton (Inglaterra) han contrastado que para perder un solo kilo, deberíamos subir diariamente 5 pisos durante seis meses. No está mal, pero no cambiará nuestra vida.
Por eso, la investigación realizada en la Universidad de Concordia (Canadá) apunta que subir escaleras, aun siendo positivo para nuestro cuerpo, lo es más para el cerebro, que rejuvenece dos años por cada año completo en el que se opta por las escaleras en vez del ascensor. Esto tiene que ver, además, con los mecanismos mentales que se ponen en marcha cuando el cerebro coordina la bajada y subida de escaleras, la posición motora y el equilibrio.
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