La búsqueda de lo ecológico y lo sostenible se abre paso alcanzando al mundo de la joyería. En los últimos años hemos asistido al crecimiento de la cocina vegana, de la cosmética natural y la moda sostenible. Y la industria joyera no ha querido faltar a esta búsqueda de la sostenibilidad tanto en sus materiales como en sus procesos de producción. Por eso, las organizaciones dentro de la industria, las marcas joyeras y las ONG se empiezan a coordinar para garantizar unos procesos éticos y sostenibles para la joyería.
El oro: en el punto de mira
El impacto ambiental y social que tienen las minas de oro no es bueno en su mayor parte. Las minas suelen ser enormes cráteres que destruyen ecosistemas locales y afectan a la conexión entre el suelo, el agua, los animales y las plantas. Además, para separar el mineral de la tierra y extraerlo se utilizan productos químicos, como el cianuro, que van a parar a los ríos, al aire y al suelo.
La extracción de oro en estas explotaciones mineras de enormes proporciones impacta también de manera agresiva en las comunidades indígenas que se ven obligadas a desplazarse, o que ven cómo desaparece su agricultura local porque el suelo se ha contaminado. Por si fuera poco, los trabajadores de estas minas nunca reciben una compensación económica que alcance, ni de lejos, a todos los intermediarios de esta industria.
Por último, como el oro no se renueva tras su extracción, cuando se concluye la explotación de una mina se abandona dejando un inmenso cráter en el suelo, una tierra contaminada y a una comunidad desplazada.
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Una industria concienciada
Hace apenas unos meses, Chopard se comprometía a que el oro que utiliza fuera completamente ético en este mismo año. Es decir, certificado como tal por la Responsible, Jewellery Council, una organización sin ánimo de lucro que pretende garantizar el seguimiento del oro en todo su recorrido y que se responsabiliza de que no se vulneran los derechos humanos en ninguna fase de la producción.
Por otro lado ya existen numerosos artesanos joyeros, con un producción a menor escala, que trabajan con oro ecológico (también conocido como oro verde) que procede de minas pequeñas en las que se cumple con los principios del comercio justo, o que utilizan oro reciclado, una opción cada vez más utilizada.
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Los diamantes, el otro gran objetivo
El campo de los diamantes, en el que también se está innovando, resulta uno de los más controvertidos en el mundo joyero. La razón es que gran parte de los diamantes utilizados en joyería proceden de países que se encuentran en situación de conflicto político y guerras, y su extracción se realiza violando los derechos humanos para poder financiar los conflictos armados. Por eso se les llama “diamantes de sangre”.
Para acabar con esta situación, las Naciones Unidas y el World Diamond Council trabajaron para introducir un sistema que certifique la obtención responsable de los diamante. En la actualidad están certificados casi la totalidad de los diamantes que se comercializan en el mundo. Además, no deja de aumentar el uso de piedras artificiales a las que cada vez recurren más diseñadores: su precio es menor, su aspecto apenas se diferencia del original y requieren menos mano de obra. Por esta última razón, los propios joyeros hablan de alcanzar un equilibrio entre ambos tipos de joyas, de tal modo que la comunidad minera no se vea privada de su modo de vida.
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