Ser solidaria te hace más feliz
La solidaridad no es beneficiosa solo para el que la recibe, sino también para quien la ofrece. Descubre cómo puedes ser más feliz ayudando a los demás.
Podríamos definir la solidaridad como la ayuda desinteresada a otras personas, ya sea en aspectos emocionales o materiales. Podemos serlo con acciones claramente reconocibles como el voluntariado, pero también con pequeños gestos como sonreír o escuchar a alguien que lo necesita, donar pertenencias personales a causas concretas, colaborar de forma desinteresada y altruista en un proyecto...
Ser solidario no es nada que haya inventado el ser humano, sino que lo somos desde que nacemos, al menos en parte. La solidaridad se encuentra en nuestro cerebro y se desarrolla posteriormente gracias a la empatía. La razón es que la solidaridad es una de las bases de nuestra supervivencia y, por lo tanto, de nuestra evolución. Y lo sigue siendo, porque de una manera u otra, todos necesitamos de la solidaridad de alguien en algúnPodríamos definir la solidaridad como la ayuda desinteresada a otras personas, ya sea en aspectos emocionales o materiales. Podemos serlo con acciones claramente reconocibles como el voluntariado, pero también con pequeños gestos como sonreír o escuchar a alguien que lo necesita, donar pertenencias personales a causas concretas, colaborar de forma desinteresada y altruista en un proyecto... momento de nuestra vida.
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Ayudar nos hace felices
Hay estudios que afirman que al ser solidarios sentimos una satisfacción personal que nuestro cerebro entiende como un premio, y reacciona aumentando los niveles de felicidad. Por eso experimentamos una sensación física de bienestar que nos hace querer repetir. Así, ser solidario se convierte en un estímulo que nos lleva a serlo más veces.
Esto se debe a que somos seres sociales, y compartir y ser generosos nos permite relacionarnos de manera satisfactoria con los demás, lo que nos produce felicidad. Además, en ocasiones nos hace relacionarnos con personas que no conocemos, por ejemplo si colaboramos con una ONG, y eso nos permite desarrollar nuestras habilidades sociales.
Una de las claves de la solidaridad es no esperar una compensación por haber sido generosos. Y dar sin esperar recibir nos libera del estrés que produce, en muchas ocasiones, ver qué recibimos por aquello que damos. Cuando no buscamos una respuesta que iguale lo que damos nos sentimos personas más libres y emocionalmente más sanas.
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Si somos felices, nos sentimos más saludables
El doctor Josep María Serra Grabulosa, de la Universidad de Barcelona, explicó tras la realización de un estudio que “contribuir al bienestar de las personas es algo que acaba construyendo una sociedad más feliz”. Y es que “el apoyo social fomenta la felicidad”, añade su compañero en el estudio, el doctor Gonzalo Hervás.
Y aunque no se puede prescribir felicidad para prevenir enfermedades, si aseguran que nos hace sentir más saludables, y que esto repercute en nuestro bienestar. Especialmente en la salud psicológica, que se ve más afectada por nuestros niveles de satisfacción ante la vida.
Mejora nuestra autoestima
Ser solidario implica una actitud positiva desde el primer momento, porque estamos convencidos de que nuestros actos van a repercutir y a mejorar la situación de otra persona. Sentimos que está en nuestras manos proporcionar bienestar a otra persona o mejorar una situación concreta que necesita de nuestro apoyo o intervención. Esto nos ayuda a valorarnos como personas, nos haces sentir más útiles, mejores, y esta sensación repercute directamente en nuestra autoestima, que aumenta al ver que somos capaces de ayudar a los demás.
También hace que nos conozcamos mejor e, incluso, podemos descubrir en la ayuda a los demás una vocación que nos lleve a optar por caminos profesionales que impliquen un darse a los demás. Porque hay muchas formas y caminos de ser útiles y ayudar a otras personas.
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