El mes de septiembre es, para muchas personas, el momento de ponerse al día con las obligaciones diarias y, también, con la temida rutina. A pesar de lo necesario y saludable que es cumplir con unos hábitos que nos permitan vivir de la manera más organizada posible, en numerosas ocasiones lo repetitivo del día a día puede convertir nuestra jornada en algo aburrido.
Identifica los momentos más pesados de tu día a día
Dentro de nuestras tareas diarias, tanto en lo personal como en lo laboral, hay cosas que nos cuesta mucho más hacer que otras. Es positivo identificar aquellos deberes que nos resulten más pesados o aburridos de afrontar e intentar encontrar la manera de hacerlos algo más amenos o entretenidos. Habrá muchas cosas que no podamos cambiar, pero otras que sí podamos transformar hasta hacer de ellas algo diferente a lo habitual.
Haz una lista de cosas pendientes
A la hora de romper la rutina a veces ocurre que ni siquiera se nos ocurre cómo hacerlo. Una buena manera de introducir estos cambios es invirtiendo parte de nuestro tiempo en realizar tareas pendientes. Aunque a priori no sea lo que más nos apetezca hacer, ir eliminando líneas de nuestra página de cosas sin hacer nos supondrá una enorme satisfacción personal. Así, si semana a semana vamos cumpliendo con aquellas obligaciones no prioritarias que tanta pereza nos dan, el día que no haya nada que tachar podremos dedicar nuestro tiempo a lo que realmente nos haga felices y disfrutarlo plenamente, sin pensar en que deberíamos estar cumpliendo una obligación.
Practica cosas nuevas
Aprender a hacer algo nuevo es siempre una buena idea. Bien sea un deporte, una manualidad o una actividad, instruirse desde cero es una manera genial de romper con la temida rutina. Además, si aquello que vamos a aprender requiere que salgamos de casa o que conozcamos a gente nueva, la experiencia será todavía más gratificante, pues puede proveernos de la satisfacción de hacer nuevos amigos e, incluso, descubrir lugares.
Haz planes a corto, medio y largo plazo
Tener planes apetecibles en el horizonte siempre es un incentivo que hace que el tiempo pase mucho más deprisa. Tantear el lunes a tus amigos o tu familia a fin de cerrar ya un encuentro para el fin de semana u organizar un viaje con detalle no solo ocupará nuestro tiempo físico, sino que será un pensamiento recurrente que nos hará sentir bien cada vez que nos pase por la cabeza.
Date un capricho
Estamos acostumbrados a relegar ‘los caprichos’ a los fines de semana cuando, socialmente, son los días en los que menos rutinas seguimos y más ociosos estamos. A veces por tiempo o, incluso, por sentimiento de responsabilidad, retrasamos ese capricho que nos apetece hasta el viernes o el sábado cuando, de habernos hecho con él el lunes, por ejemplo, no solo hubiéramos ocupado nuestro tiempo en algo distinto, sino que también habríamos disfrutado de ese pequeño guilty pleasure en un día que suele estar marcado por la rutina.