Nos ha pasado a todos y en más de una ocasión: hay días en los que nuestro cuerpo parece pedirnos cualquier cosa menos ir al gimnasio. Y es muy posible que cuando eso ocurre pienses que tu cuerpo es muy sabio y que harás bien quedándote en casa, haciendo acopio de energía para ir a entrenar al día siguiente a tope de energía.
Evidentemente no pasa nada porque no vayas un día al gimnasio. De hecho, los días de descanso son necesarios. Pero si entraba en tu planes ir y no era el día que tocaba descansar, pero te sientes cansada y sin fuerza, puede que ir a entrenar sea precisamente lo que necesitas para sentirte bien. Eso sí, siempre que sepas que no te ocurre otra cosa que cansancio y, posiblemente pereza. Valora los pros y contras y haz ejercicio siempre con cabeza.
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Si estás poniendo excusas, olvídate de ellas
Ir al gimnasio tiene ese punto tan contradictorio que te hace entrar con un tipo de cansancio y salir con otro. Lo normal es que el segundo sea un cansancio “bueno”, que termina por hacerte sentir más activa y con más ganas de hacer cosas. Como hemos dicho antes, no es necesario que vayas a diario, pero es importante que distingas qué días te marcas descansar y qué días estás poniendo una excusa.
Y es que excusas hay para todos los gustos: has tenido un día de mucho trabajo y te falta energía, otro llueve, otro has dormido regular y crees que es mejor recuperarte… y así pueden pasar los días, porque a veces es más fácil encontrar razones para no ir al gimnasio que para ir. Sé sincera contigo misma y piensa si lo que necesitas es solo un pequeño empujón que te haga salir del sofá. En ese caso verás cómo te sientes mejor después de haberte activado.
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Además, nada mejor que un poco de ejercicio para sacarnos del adormecimiento físico que nos provoca el estrés laboral y el día a día. Aunque no entrenes al 100% ni demasiado tiempo, tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán, porque cuanto más te muevas, más activa estarás.
Y es que, al parecer, realizar ejercicio entre moderado y enérgico aumenta los niveles de energía y disminuye la sensación de fatiga. Por si fuera poco, tu cuerpo liberará serotonina, la hormona de la felicidad, tras una sesión de ejercicio. También dormirás mejor, y al día siguiente te levantarás pensando que el cansancio era algo del pasado.
Si no te sientes bien, no vayas al gimnasio
La cosa cambia si tienes algún tipo de dolor, un catarro u otra enfermedad, molestias en alguna zona corporal, etc. En fin, razones que te llevarían a empeorar si fueras a gimnasio. Si tienes alguna molestia, problema o riesgo de lesión que te impida hacer ejercicio, como dolor de espalda o alguna articulación inflamada, quedarse en casa es incuestionablemente la mejor opción. Otras veces, vamos tan estresados que solo el hecho de buscar el momento de ir al gimnasio puede hacer que el estrés aumente, en lugar de relajarnos.
Si está en alguna de las situaciones anteriores habrás de buscar otras opciones para sentirte bien que sean realmente adecuadas a tu estado físico: descansar en casa, ir al médico, realizar alguna actividad que te relaje… y así aliviar el problema que te causa molestias.
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