¿Sirve la aspirina para prevenir el infarto?
Seguro que habrás escuchado que tomar una aspirina todos los días puede reducir el riesgo de infarto. ¿Qué hay de cierto en ello? El doctor Eduardo Junco nos lo explica.
El ácido acetilsalicílico, conocido como aspirina, es un medicamento muy útil y muy utilizado (hace más de cien años que se encuentra a nuestra disposición) como antitérmico, analgésico y antiinflamatorio. De hecho, la aspirina ha sido un medicamento de uso universal durante las últimas décadas. También posee propiedades antirreumáticas por lo que se utiliza para el tratamiento de los dolores articulares y musculares y su eficacia para tratar enfermedades febriles y en los procesos gripales han hecho de ella un medicamento omnipresente en nuestra vida. Pero, ¿es posible que ese fármaco también sea útil para prevenir un infarto? La respuesta es sí. Y se debe a su posibilidad de modificar la coagulación de la sangre.
Evita la formación de coágulos y trombos
La aspirina también posee la cualidad de ser un antiagregante plaquetario. Las plaquetas son células de la sangre que tienen como principal función cortar e impedir las hemorragias, formando coágulos que obstruyen las heridas sangrantes. Pues bien, en el origen de muchos infartos de miocardio está la formación de trombos que obstruyen las arterias coronarias.
Cuando estas están alteradas por la presencia de ateromas (arterioesclerosis coronaria) se producen remolinos en el flujo de la sangre que dan lugar a la formación de estos trombos, que pueden llegar a obstruir las arterias, dando lugar a la aparición de un infarto. Afortunadamente, la aspirina se incluye entre las medidas terapéuticas para evitarlo. Por ello, las pequeñas dosis necesarias (50 mgrs/dia) han hecho de ella el medicamento de elección para la prevención del infarto de miocardio.
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Siempre por consejo del médico
La aspirina es un excelente medicamento de múltiples aplicaciones terapéuticas. Sin embargo, es también importante recordar que su uso debe ser siempre recomendado por el médico, y hay que evitar la automedicación, ya que en ocasiones y en individuos predispuestos y sensibles puede dar lugar a gastritis erosiva, con el consiguiente riesgo de sangrado gástrico.
Igualmente, se trata de un medicamento que no se debe administrar a los niños pequeños a no ser que esté recetada por el pediatra, debido a su posible asociación al temible 'Síndrome de Reye', una enfermedad que se caracteriza por la inflamación del cerebro y fallo hepático.
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