Lo que entendemos por respeto es el trato que recibimos al relacionarnos con gente que nos trata como a un igual y acepta nuestra opinión y visión -sin que sea necesario compartirlas-. Para conseguir que nuestro entorno nos trate con respeto hay una serie de pautas que podemos aplicar.
Autoestima
Tener el respeto de la gente de tu entorno es fundamental para tu bienestar, ya sea en un ambiente personal o laboral. Sin embargo, no debemos olvidar que, para ser respetado por los demás, es imprescindible tener el nivel de autoestima suficiente que te permita presentarte ante el resto de personas como alguien merecedor de ese respeto que esperas.
Flexibilidad, humildad y asertividad
Ser coherente con uno mismo, ser consciente de los errores propios y saber pedir perdón o dar las gracias en los momentos necesarios es muy importante a la hora de ser respetado. Todos tendemos a reconocer como respetables a las personas que saben reconocer sus fallos y hacer ver los de los demás sin ofender a nadie.
Ser capaz de decir que no ante peticiones o situaciones que, por el motivo que sea, preferimos o pensamos que es mejor no realizar, así como exponer nuestros argumentos de una manera tranquila será otro punto a nuestro favor a la hora de hacernos respetar.
Seguridad
Hay que distinguir entre la seguridad en uno mismo y la autoestima, a pesar de que ambos conceptos están íntimamente ligados. Alguien sin autoestima no se sentirá seguro consigo mismo nunca y alguien que se siente inseguro no podrá hacerse respetar.
Si no creemos en nosotros mismos es muy complicado que podamos defender nuestras ideas con convencimiento y, si no somos capaces de argumentar los motivos por los que creemos en algo, será difícil que nuestro entorno confíe en ello.
Tener seguridad en uno mismo significa, también, ser capaz de reconocer nuestros errores y no vivir con miedo a fallar. Reconocer que todos nos podemos equivocar y ser conscientes de que nos puede pasar a cualquiera no solo nos dará una mayor capacidad de reacción en caso de que eso ocurra, sino que no minará nuestra seguridad en nosotros mismos de manera irreversible.
Límites
Hay que ser consciente de que hacerse respetar no significa dar miedo o imponerse como persona. Si se respeta a alguien por temor a las consecuencias de no hacerlo, una vez dejen de existir esas potenciales consecuencias desaparecerá el respeto.
Para conseguirlo es importante establecer límites sin que estos rocen la ofensa en ninguno de los casos. Plantar cara de manera educada a quien no valora o respeta tu trabajo o, sencillamente, tu presencia, es algo básico a la hora de hacer notar que no vas a dejar que te pasen por encima.