Cómo combatir el estrés día a día
Ser optimistas, aprender a relajarse, relacionarse con amigos, dedicarnos más tiempo a nosotros mismos o hacer ejercicio físico, son algunas de las claves para evitar el estrés.
Por mucho que creamos que el estrés es una patología actual, lo cierto es que lleva entre nosotros desde el principio de los tiempos, y que la mayoría lo hemos sufrido alguna vez. No obstante, es innegable, que la vida moderna genera gran cantidad de situaciones estresantes y, cuando estas actúan durante mucho tiempo y no las controlamos, nuestro organismo se ve perjudicado, apareciendo tarde o temprano los síntomas que predominan en el estrés crónico; sensación de cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza, falta de concentración, pérdida de apetito y tendencia a la depresión.
Respuesta orgánica ante el estrés
No debemos olvidar que cualquier acontecimiento en nuestra vida puede generar estrés, y que no es indispensable que este sea desagradable, pues también los acontecimientos positivos pueden ocasionarlo. Así, una boda, un viaje o una celebración pueden ser causa de estrés, al igual que un accidente, un examen o la pérdida de un ser querido. Pero, ¿por qué se produce esta respuesta?
En situación de alerta o de peligro, sobrecarga o tensión, el hipotálamo - que es una estructura anatómica situada en el cerebro - estimula a la hipófisis, la cual por medio de hormonas, hace que aumente la función de las glándulas suprarrenales. Estas producen adrenalina, sustancia que aumenta la velocidad del latido cardiaco, aumenta el número de respiraciones, sube la tensión arterial y eleva las cifras de azúcar en sangre. Cuando esta situación se mantiene de forma prolongada, y no somos capaces de superarla, el organismo se altera, aparecen los síntomas y decimos que estamos estresados.
Para superarlo, debemos tener en cuenta que las reacciones ante el estrés son fisiológicas y normales, y que los mecanismos de defensa deben intentar controlarlo, adaptándonos a las distintas situaciones cuando las circunstancias lo exigen.
Cómo saber si estamos sometidos a estrés
En realidad, todos estamos sometidos a estrés. Es algo completamente normal en nuestras vidas, pues es la manera que tenemos de reaccionar ante estímulos externos. El secreto está en controlar estas reacciones y saber adaptarse a diferentes situaciones, pues esta facilidad de adaptación, es la que hace que el estrés nos afecte en mayor o menor grado.
En la sociedad actual, se acumulan los factores generadores de estrés; la vida profesional, el trabajo, el tráfico, los ruidos, la contaminación, la masificación, los conflictos y problemas domésticos, las relaciones interpersonales, los problemas económicos. Todos pueden ser agentes estresantes que, si no sabemos controlarlos, a la larga pueden afectar seriamente nuestra salud.
Síntomas más frecuentes asociados al estrés
- Sensación de cansancio permanente
- Irritabilidad e insomnio
- Tendencia a ideas obsesivas y a la depresión
- Dolor de cabeza, dolor torácico, de espalda y cuello
- Palpitaciones, perdida del apetito, cambios en la conducta sexual
- Aumento de la sudoración y subida de la tensión arterial
El estrés día a día
La actitud y la preparación psicológica ante diferentes situaciones vitales, son algunos de los métodos para reducir los efectos adversos del estrés.
Algunos recursos para evitarlo son:
- Siempre que podamos, debemos evitar las situaciones ambiguas
- Mirar al futuro con optimismo e intentar dominar las situaciones previsibles
- Tratar de resolver, discutir y dejar claros los temas conflictivos
- Cuando no sepamos resolver nuestros problemas, es muy conveniente implicar o pedir consejo a personas cercanas o a expertos.
- Dedicar más tiempo a uno mismo, disfrutar de pequeños placeres, jugar con los hijos o los nietos, observar la naturaleza, relacionarse con los amigos
- Expresar nuestras emociones, reír, llorar, gritar
- Hacer ejercicio físico de forma intensa, a veces extenuante, practicar algún deporte y competir son actividades adecuadas.
Estrés y relajación.
La relajación física y psíquica, son medios muy eficaces para combatir el estrés. Existen diferentes vías para conseguirlas y se basan todas ellas en el entrenamiento respiratorio, el muscular, los ejercicios posturales, el masaje y los ejercicios de concentración.
Con la relajación, conseguimos que nuestros músculos adquieran más elasticidad, que la respiración se vuelva más eficaz, la circulación se active, la presión arterial disminuya y las funciones glandulares y hormonales se regularicen.