Light, sin azúcares añadidos, 100% natural, casero, integral, bio… Los productos aparentemente healthy se han apoderado de las estanterías de los supermercados. Sin embargo, las etiquetas de estos alimentos, tan llamativas como confusas, parecen jugar al despiste con el consumidor. Hacer la compra es complicado si se quiere comer sano. No obstante, el auge de la quimifobia, definida como el miedo irracional a los productos químicos, y la apuesta in crescendo por un estilo de vida saludable, han provocado que conocer la calidad y composición de lo que nos llevamos a la boca se haya posicionado como una tarea fundamental para todos aquellos que quieren seguir una dieta equilibrada. Así, más allá de las fechas de caducidad, las etiquetas de información nutricional han cobrado una importancia vital a la hora de recorrer los pasillos del supermercado.
No hace tantos años, saber lo que comíamos era misión imposible porque leer y entender la etiqueta de un producto era un auténtico rompecabezas. Afortunadamente, se han establecido normas a nivel nacional y de la Unión Europea para regular las disposiciones de etiquetado que deben incluir todos los alimentos. Basta con aprender a interpretarlas y no caer en el error.
Lista de ingredientes
La lista de ingredientes es el punto más importante. Deben aparecer ordenados de mayor a menor peso en todos los productos alimenticios. No obstante, muchos fabricantes tratan de engañar al consumidor en este punto, otorgándole múltiples nombres a una misma sustancia para hacerla menos visible en el etiquetado ante nuestros ojos. Una marca puede dividir los 20 gramos de azúcar que aporta su producto en 10 gramos de azúcar normal, 5 gramos de jarabe de arce y 5 gramos de glucosa con el fin de que el azúcar no aparezca en primera posición. En este listado también se incluyen los aditivos, los famosos números que están acompañados por la letra E que mejoran el proceso de elaboración o conservación de dicho producto.
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Kcal o aporte energético
El valor energético debe constar por cada 100 gramos de producto o por cada 100 ml, si se trata de líquidos, y es uno de los valores que más suelen observar los consumidores. Muchos fabricantes definen libremente una 'recomendación' de lo que debería ser una ración del producto, que normalmente es inferior a lo que realmente se consume para que los números sean más pequeños. Es decir, en las botellas de refresco de 500ml son muchos los fabricantes que siguen indicando que el tamaño de porción es de 200 ml, cuando normalmente se ingiere la botella completa. Un intento de engaño que ocurre con el resto de valores que conforman las etiquetas.
Grasas
Observar el aporte de grasas de un producto es mucho más importante que centrar la atención en sus calorías. Ningún alimento debe superar el 30% y, si queremos una dieta baja en grasas, lo ideal es escoger ingredientes con menos de 10 gramos de grasas por cada 100 gramos. Además, se debe prestar atención al tipo de grasas que brinda el alimento y desechar aquellos en los que predominen las grasas saturadas.
Hidratos de carbono
En este punto se detallan cuáles del total de los hidratos son azúcares, una cifra que los expertos no recomiendan que representen más de un 10% de azúcares. Es muy diferente el carbohidrato del azúcar añadido de un producto procesado, como puede ser un bollo industrial, que el carbohidrato en una zanahoria. Se debe saber interpretar este indicador.
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