Los científicos creen que te hace falta una buena siesta

Echar una sueñecito pasado el mediodía parecía algo del pasado, incompatible con nuestro ritmo ajetreado, pero ¿y si la ciencia nos explicara que precisamente necesitamos una buena siesta para mantener la salud?

por Cristina Soria

Según la psicóloga norteamericana, Sara C. Mednick, la siesta podría cambiar tu vida y convierte en la mejor versión de ti misma, porque podría aumentar la creatividad, reducir el estrés, mejorar la percepción, la resistencia y las habilidades motoras, la precisión y la vida sexual. Esta costumbre que creemos tan española es objeto de estudio en la Universidad de California, donde han analizado las fases de sueño por las que pasa tu cerebro y han descubierto que este breve periodo de inactividad resulta mucho más práctico de lo que habríamos imaginado.

Existe más de un tipo de siesta

La siesta se ha considerado durante muchos años una costumbre de quien no tenía nada qué hacer. Cuando en vacaciones o en la feliz jubilación te puedes dar el gusto de reposar la comida entornando los ojos. Sin embargo, existe una siesta para cada tipo de persona, y en función de tus necesidades puedes aprovechar mejor este tiempo y aprovecharte de sus ventajas. 

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Para cargar las pilas, lo ideal son 10 minutos, que harán que tu mente se despeje y puedas volver al mundo real sin la sensación pesada de haberte trasladado al lejanísimo mundo de los sueños. Pero para conseguir efectos más creativos deberíamos permanecer durmiendo por lo menos una hora. En ese tipo de siesta ocurre una versión reducida de lo que nuestra mente experimenta de noche, cuando nuestro cerebro aprovecha para refrescarse, reiniciarse y tomar buena nota de todo lo que hemos aprendido durante el día. En 60 minutos entramos en el sueño de onda lenta y los datos, aprendizajes y personas que hemos conocido se guardan en nuestra memoria. Sin embargo, no es hasta los 90 minutos cuando entramos en un ciclo completo de sueño REM, que además de guardar información nos conduce a la creación de nuevas ideas: despierta la creatividad y afila una memoria más emocional y sensitiva.

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Modorra contra despertar

La siesta parece el antídoto contra los sueños que pretenden vencernos. Esa sensación de media tarde cuando los ojos se entornan sin pretenderlo es soporífera, pero a veces dudamos si una siesta podría ser peor. ¿Si dormimos unos minutos, nuestro cuerpo no nos pedirá más y más? Levantarnos con más modorra de la que teníamos es uno de los miedos.

Sin embargo, un estudio de la NASA podría dar una respuesta contundente sobre esto. Estudiaron a los pilotos que realizaban trayectos largos, viajes a través del océano Atlántico o Pacífico, en los que el piloto puede permanecer despierto más de 8 horas. La conclusión fue que cuando el piloto había realizado una siesta de 20 minutos, su índice de microsueños (de lapsus en los que el cuerpo pide un respiro) disminuye drásticamente. Los que dormían sufrían solo 34 microsueños de entre 3 y 10 segundos, mientras que los que no habían realizado esta siesta registraron 120 microsueños. Y 22 de ellos, cuando el avión iniciaba las maniobras de aterrizaje. Fue entonces cuando la aviación descubrió que a veces no todo es disponer de la última tecnología, sino de saber cuidar la salud y el sueño de los pilotos.

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Reiniciar aquellas cuestiones que te preocupan

Aun cuando empiezas el día con ganas de comértelo, siempre ocurren cosas que pueden hacerte sentir impotente o ir poniéndote en jaque y que pierdas ese punto positivo y fresco con el que empezaste. Enfadarte y sentir que el mundo está contra ti es un derecho que tienes, pero a veces juega en tu contra. El mediodía es ese momento en el que empiezas a ver que todo es más difícil de lo que realmente es, porque tienes hambre. Cuando sacias esa necesidad, los problemas siguen ahí, y puede que sigas viéndolo todo gris.

Según un estudio de la Universidad del Colorado, Estados Unidos, los trastornos anímicos de esta índole ya los arrastramos desde pequeños. En las etapas más tempranas necesitamos una siesta después de la comida, no sólo para descansar, sino porque el mundo nos sobrepasa y necesitamos reiniciar. Y ese estado mental podría seguir activo en nuestra etapa adulta. Echas una siesta de apenas 15 minutos y cuando despiertas no recuerdas por qué estabas tan molesta antes. Es una segunda oportunidad para afrontar el día. Según los científicos de la Universidad del Colorado, cuando un niño de tres años no duerme la siesta tiene un 34% más de emociones negativas. Así que ¿crees que a ti también te vendría bien un descanso?

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