El verano es sinónimo de descanso, diversión y, para los más afortunados, vacaciones... pero también de calor y este puede perjudicar nuestra salud. Por ello se deben tomar una serie de precauciones para que las altas temperaturas no nos acaben jugando una mala pasada. Además de proteger la piel, aumentar el consumo de líquidos sin esperar a tener sed o evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, también se tiene que tener en cuenta un factor importante, que muchas veces olvidamos al escapar de la rutina: la alimentación.
- Leer: Los alimentos con más agua para refrescarte y evitar la deshidratación
Más allá de los helados, ese producto que se convierte en el postre, la merienda o el capricho del día durante los meses de verano, existen soluciones gastronómicas con las que poder hacer frente a las altas temperaturas y poner a raya la sensación de calor. Se debe escuchar al cuerpo y, durante los días de más calor, es recomendable apostar por recetas ligeras y evitar comidas muy abundantes, así como las bebidas alcohólicas o muy azucaradas. Una buena alimentación puede hacer mucho por tu salud y bienestar.
Leer: Irresistibles recetas de ceviche con las que refrescar el verano
Evitar las grasas y los hidratos de carbono
Las altas temperaturas provocan que, en muchas ocasiones, nos sintamos más cansados, irritados y sin ganas de realizar ningún tipo de actividad física. En verano, necesitamos menos calorías para que nuestro organismo, que pide a gritos platos livianos que favorezcan la digestión, funcione correctamente. Es recomendable evitar las grasas y los hidratos de carbono que nos hacen sentir pesados y, por consiguiente, provocan que percibamos las temperaturas altas con mayor intensidad.
Frutas y verduras
Mientras que el exceso de grasas e hidratos de carbono no ayuda a soportar las olas de calor, los alimentos frescos sí que consiguen calmar nuestro cuerpo y favorecer nuestro bienestar. Además de beber agua, lo ideal para hidratarnos es consumir frutas, verduras y hortalizas. Sin embargo, según el aporte de agua que consigamos a través de ellas, unas serán más refrescantes que otras. Escoge deliciosas frutas de verano, como el melón, la sandía, los frutos rojos, el melocotón, el albaricoque o el níspero y cereza, y apuesta por verduras de temperada como la berenjena, el calabacín, el tomate, la lechuga o el pepino.
Helados sí, pero caseros
Los helados son uno de los aliados más deliciosos del verano y no se tiene por qué renunciar a ellos. Basta con hacerlos en casa y evitar los azúcares añadidos, enemigos principales de cualquier dieta. Además, te pueden ayudar tomar fruta de una forma mucho más amena y son muy refrescantes. La receta es muy sencilla y solo necesitas congelar la fruta que más te guste, como plátano o frutos rojos, batida con yogur o queso 0%. Si eres un apasionado del dulce, puedes añadir una cucharadita de miel. Casero, saludable y facilísimo.
Leer: Que no te engañen: así debe ser un helado de calidad
Legumbres, pero en ensalada
A pesar de que solemos asociar las legumbres con los tradicionales guisos y pucheros, existen numerosas opciones menos copiosas con la que no dejar de consumir este alimento, que es una fuente de fibra, vitaminas y minerales. Con la llegada del calor se amplía el recetario y las ensaladas se convierten en el plato estrella, especialmente como plato único. Una fórmula ideal contra el calor, completa, nutritiva y refrescante puede ser una ensalada con alguna legumbre como base, como la lenteja o el garbanzo, un cereal, como el arroz o la quinoa, y alguna fruta, que podría ser la naranja o la piña. Existen infinitas combinaciones y puedes probar una diferente cada día.
Leer: Recetas para verano con ingredientes 'de invierno'