Trucos muy sencillos y eficaces para adelgazar en verano
¿Sabías que el calor puede ser el mejor aliado para perder peso? Toma nota de las ventajas de esta estación para librarte de esos kilos de más.
Cuando el calor aprieta, nuestro organismo pide una dieta más ligera. Si además, aprovechamos el tiempo libre para movernos, perder peso será posible y lo lograremos casi sin darnos cuenta. Esto se debe a varias razones: los alimentos que te apetecerán tendrán menos calorías y, probablemente, sufrirás el 'efecto piscina', que te motivará para hacer más deporte. Vamos por partes.
El exceso de calor condiciona la alimentación y favorece los hábitos sanos. El apetito se reduce debido a que el organismo no necesita tantas calorías. Además, aumenta la sensación de sed para contrarrestar la pérdida de líquidos, un mecanismo para controlar la temperatura corporal, y tenderemos a beber más y a comer alimentos ricos en agua. Estos, en general, son los que menos engordan y más sacian.
Además de comer alimentos más ligeros, el deseo de verte mejor en bañador hará que te preocupes más por tu cuerpo y hagas más ejercicio. El solo hecho de caminar para ir a la playa o la piscina, moverte en el agua y ducharte con agua más fría, ayudará a tonificar más tu cuerpo. Eso sí, no esperes cambios drásticos. Se trata de 'ayudas' para verte mejor. Si tu intención es tomar las riendas de tu dieta y adelgazar, lo ideal es que te pongas en manos de un especialista en nutrición si necesitas perder mucho peso. Si solo quieres reducir unos dos o tres kilos, estos consejos te servirán:
Aligera los menús
Como decíamos, te lo pedirá tu cuerpo, ya que en verano necesitamos que la digestión sea más ligera para disminuir la temperatura. Y es que el proceso de digestión de los alimentos genera calor y cuanto más pesado sea el menú, peor pasarás las horas siguientes. Opta por ensaladas, carpachos, gazpachos, cremas frías de verduras que facilitarán la digestión, el tránsito intestinal y disminuirán el contenido calórico.
Cocciones más sanas
Aprovecha el verano para pasar más tiempo al aire libre. Para reducir el tiempo que pases en la cocina, decántate por platos cocinados al vapor o a la plancha, métodos rápidos y sanos. Además, no requieren mucha condimentación para su preparación.
Sustituye la carne por pescado
Otro de los trucos para aportar menos calorías a la dieta veraniega, sin que por ello sea menos nutritiva, es decantarse por los pescados bajos en calorías. Cuentan, además, con varias ventajas respecto a la carne: gracias a su alto contenido en agua, resultan más saciantes, por lo que menos cantidad bastará para calmar el hambre. Pescados como las sardinas, el bonito, el rape, la dorada o los chipirones son buenas fuentes de proteínas, vitaminas y minerales y su contenido calórico y graso escaso.
Tapas sí, pero no todas
Durante las vacaciones son más frecuentes las escapadas con los amigos para disfrutar de los aperitivos en la terraza de un bar. La clave de disfrutar sin engordar está en evitar los fritos, los hojaldres y aperitivos muy grasos como chorizos o morcillas y decantarse por pinchos que contengan algún tipo de vegetal o proteínas ligeras como el pavo o el atún, reducir el consumo de mahonesas, salsas y especias picantes, y no abusar del pan.
Ojo con las tumbonas
Piensa en cuál ha sido tu actividad física del día. ¿Te has movido lo suficiente? Recuerda que el aumento de peso se produce por un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético. Por tanto, si estás en la playa, aprovecha todos los beneficios del aire libre para mantenerte activa y pasar un buen rato. Hacer ejercicio en la arena tonifica los muslos y glúteos, y la acción de las olas rompiendo a la altura de los tobillos activa la circulación. Si estás en la montaña, no dejes pasar la oportunidad de explorar andando el entorno. Además de poner tu cuerpo en movimiento te beneficiarás de la serenidad que aporta la naturaleza. Está demostrado que relaja la mente y contribuye a no engordar. Verás por qué.
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Meditar puede adelgazar
Las técnicas de relajación como la meditación o el mindfulness también aportan su granito de arena para que adelgaces. Según Tifany Cruikshank, la autora del libro Medita tu peso (Ed. Urano), los últimos estudios médicos avalan que la práctica regular de la meditación no solo favorece la salud física y mental, sino que puede ser una poderosísima herramienta para perder peso:
- Mejora nuestra capacidad de regular la cantidad y la calidad de lo que comemos.
- Ayuda a escoger los alimentos más saludables.
- Reduce las ansias de comer y la frecuencia del picoteo.
- Aumenta la fuerza de voluntad.
- Disminuye los niveles de cortisol que favorecen la acumulación de grasa nociva en la cintura e incluso transforma químicamente el sistema endocrino a la vez que equilibra los sistemas nervioso y cardiovascular.
Además, tu cerebro se beneficiará. Según uno de los primeros estudios sobre esta técnica, realizado por la Universidad de Harvard (EE.UU), tras ocho semanas de meditación se producen cambios sustanciales en este. Meditar no significa dejar la mente en blanco o sentarse en una postura imposible. Solo tienes que colocarte cómodamente y, por ejemplo, seguir alguna de las meditaciones guiadas. También puedes meditar dando un paseo y dejando que tus pensamientos fluyan, sin engancharte en ellos ni juzgarlos.
Aprovecha para dormir
Dormir favorece la pérdida de peso. Así lo indica un estudio realizado en la Universidad de Chicago (EE.UU). El trabajo señala que no dormir lo suficiente aumenta la producción de ghrelina. Esta hormona está implicada en la sensación de apetito, y la retención de grasas.
Enamórate
Sí, has leído bien. Enamorarse también puede hacer que pierdas unos gramos. Al menos, así lo indica también la Universidad de Harvard que recuerda que la oxitocina, la hormona del amor y que se segrega para reforzar el vínculo, puede reducir el apetito.
Y si estás en la oficina...
Aprovecha que, en general, el trabajo disminuye en agosto para establecer una buena rutina de ejercicio en la oficina. Por ejemplo, sube y baja un tramo de escaleras cada hora -aunque lo ideal sería cada veinte- manteniéndote en movimiento unos ocho minutos. Con ello, no solo lograrás mantenerte en forma, también evitarás el dolor de espalda.