"No es el qué, sino el cómo". Todos hemos escuchado decir esta frase más de una vez. Lo cierto es que la forma de decir las cosas tiene una gran importancia en el mensaje que queremos transmitir. Ya sea hacia nosotros mismos o a otras personas, la manera en la que utilizamos las palabras tiene un gran poder en nuestro bienestar mental y emocional, así como en el del entorno que nos rodea. El lenguaje no es solo un medio para comunicarnos; el uso que hagamos de él puede definir nuestra manera de pensar y de actuar ante la vida. Si tenemos la percepción de que todo al nuestro alrededor no es todo lo bueno que pudiera ser, tal vez es que no nos estemos expresando en los términos adecuados para atraer cosas bonitas y beneficiosas a nuestra existencia. En este punto es donde el lenguaje positivo puede ayudarnos a ser más felices.
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Hablar mejor para ser más feliz
Si pensar en positivo es importante para sentirse bien, hablar en positivo lo es aún más. ¿Has pensado en todas las veces que dices 'no' a lo largo del día? Sin darnos cuenta hemos incorporado un extenso vocabulario cargado de negatividad a nuestro diccionario particular que no hace otra cosa que convertir nuestra mente en un lugar hostil para nosotros mismos. La dureza y los términos en los que nos dirigimos a nuestra propia persona son, en ocasiones, escalofriantes, y no hacen otra cosa que acomplejarnos y mermar la autoestima.
De este modo, aprender a usar el lenguaje positivo puede ayudarnos a queremos más y por tanto ser más alegres, creativos y productivos. Unos aspectos en los que incide el psicólogo y experto en neurociencia Luis Castellanos, que en su obra La ciencia del lenguaje positivo señala que las palabras que elegimos son susceptibles de cambiar la línea de pensamiento de una persona.
Cómo aplicar el lenguaje positivo en el día a día
Incorporar unas palabras más bonitas y seguras para aliviar la angustia, construir un dialogo interno sano, así como formular frases agradables en el discurso a los demás, hará que mejore la relación con todo lo que nos rodea. He aquí unas sencillas pautas para conseguirlo.
-Tomar conciencia de cada palabra que pronunciamos. Reconocer nuestros fallos al hablar nos hará elegir las palabras precisas. Si prestamos un poco de atención a lo que decimos, seremos más conscientes de la cantidad de veces que utilizamos 'no' a lo largo del día, así como otros términos o expresiones desagradables. Así, podremos sustituirlos por otros más bellos y vitales.
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-Dar la vuelta a las frases. Intenta no formular enunciados negativos o transfórmalos en otros positivos. Por ejemplo, evita decir no soy bueno en matemáticas" por otras frases más constructivas como "quiero mejorar en matemáticas".
-Identificar y escribir palabras positivas. De este modo, el cerebro se acostumbrará a crear un patrón para encontrar y focalizarse en lo hermoso y favorable y hacer que esto tenga una mayor resonancia en tu vida.
-Cuidar el lenguaje. El autor incide en que, si le prestamos la debida atención y lo cuidamos, él nos cuidará a nosotros, puesto que "las palabras cuidan y crean bienestar y salud en las personas determinando la calidad de nuestras conversaciones y nuestras relaciones".