Comer frutas y hortalizas feas es mejor de lo que imaginas

Dejar de fijarte en el buen aspecto de la fruta y verdura que compras puede ser tan beneficioso para tu bolsillo como para el planeta, sin privarte de ni un solo nutriente.

Por Cristina Soria

En el ámbito de la alimentación, uno de los principales problemas es la cantidad de comida que se desperdicia a diario en gran parte del planeta. Unos 100 millones de toneladas al año solo en la Unión Europea. En el caso de los vegetales y las frutas, una de las causas de que no lleguen a los estantes de los supermercados es tener un aspecto imperfecto. Y es que, aunque suene frívolo, sentimos cierto rechazo ante la deformidad y la mala apariencia de una manzana o una zanahoria.

Feo por fuera, bueno por dentro

Algunas frutas y hortalizas presentan formas extrañas, bultos… que no indican para nada que estén en mal estado, o a veces son más pequeñas de lo que estamos acostumbrados. También pueden presentar costrillas que, lejos de ser malas, pueden ser un indicativo de que están libres de pesticidas, porque esas pequeñas costras o cicatrices se producen cuando una fruta ha hecho un esfuerzo para protegerse de una plaga.

A veces, simplemente, no relucen. Y esto, en el caso de las naranjas o las manzanas, no es un indicador de mal estado. De hecho, normalmente el brillo se consigue al añadir una de cera con aditivos conservantes. También los insectos pueden provocar pequeños agujeros en la piel de algunas frutas y verduras sin que esto llegue a presentar ningún riesgo, y seguramente se deban a la ausencia de insecticidas sintéticos.

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Nos gusta comer con los ojos

Comemos por la vista, está claro. Pero elegir alimentos solo por su apariencia y buen aspecto se nos ha ido de las manos y se ha convertido en un requisito estético sin ningún fundamento. De hecho, la FAO sugiere que debemos cambiar nuestra percepción sobre las frutas y verduras de aspecto imperfecto, porque lo importante está en el interior, y cada vez que se tira un tomate por razones estéticas se pierden los recursos utilizados para su producción: las semillas, la tierra, el agua, la energía…

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A diario se desperdician patatas que son más pequeñas de lo esperado o que están algo dañadas, incluso para la elaboración de patatas fritas envasadas. Las zanahorias son unas de las que más sufren las exigencias del mercado y se llega a rechazar más de un 30% de la producción en los puntos de venta.

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¿Tienen todas las mismas propiedades?

Las asociaciones de nutricionistas son claros y contundentes al respecto: sus propiedades están intactas, al igual que su sabor y son comestibles al 100%. Además, seguramente puedas comprarlas hasta un 30% más baratas y, por si fuera poco, ayudar a frenar el derroche de alimentos por cuestiones estéticas, no nutricionales. Por lo que, como ves, tienes todo a tu favor para llenar tu cesta de la compra con fruta y verdura que no tengan un acabado “perfecto”.

No confundas fruta fea con fruta mala

Ya que el mayor miedo que tenemos al comer fruta fea es que la causa de su aspecto sea que se encuentre en mal estado, te dejamos unas pautas que te ayudarán a distinguir la que está buena de la que no:

  • Su textura no debe ser excesivamente blanda, ni haber desarrollado moho o pelusas.

  • Un olor ácido muy fuerte es otro síntoma de que la fruta no está en buenas condiciones.

  • Cuando se torna de color oscuro es porque contiene bacterias.


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