El desayuno es la primera comida del día y la que va a determinar cómo va a ser tu alimentación el resto de la jornada. En primer lugar, no te lo saltes bajo ningún concepto, ya que aquellas personas que no desayunan tienen un porcentaje más elevado de ser obesas y de padecer una enfermedad cardíaca. Pero no todo vale. Si quieres cuidar tu peso y tu salud, quizás debas revisar algunos de los hábitos alimenticios que conforman tu primera ingesta cada día.
Cambia el zumo por fruta
A pesar de que el zumo parece el complemento perfecto para tus desayunos, tomar la pieza de fruta sin exprimir es una opción más saludable y menos calórica. Cuando bebemos el zumo, el azúcar se absorbe con más rapidez que si comiéramos una pieza de fruta. Por otro lado, es inevitable que la fruta pierda parte de sus vitaminas y minerales al ser exprimida para hacer un zumo.
Además, si optas por tomar una pieza de fruta, el acto de masticar te hará sentir más saciada que si la hubieras tomado en zumo.
Cambia la mantequilla por aceite de oliva virgen
Quizás no hay nada tan rico como una tostada con mantequilla derretida, pero desde luego no es el mejor desayuno si lo que queremos es adelgazar. Aunque de un tiempo a esta parte, la mantequilla ha vuelto a posicionarse como un excelente alimento. Sin embargo, el aceite de oliva tiene mucha más grasa monoinsaturada (la que reduce el colesterol malo y aumenta el bueno) que la mantequilla. Es cierto que calóricamente son muy similares, pero la calidad de las grasas es mejor en el aceite de oliva.
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La bollería, directamente, elimínala
La bollería industrial es una opción demasiado recurrente a la hora del desayuno para un porcentaje demasiado elevado de la población, a pesar de existir un acuerdo entre todos los nutricionistas: es el por desayuno posible. Y no se libran ni las magdalenas, ni los sobaos, ni mucho menos los cereales azucarados. Todos ellos están repletos de grasas y azúcares nada beneficiosos para la salud. Cualquier alternativa que se te ocurra supondrá un desayuno mucho más saludable.
Cambia la mermelada por proteínas
El azúcar es un gran enemigo de nuestra dieta en general, y en el desayuno suele campar a sus anchas por nuestra mesa. La mermelada que acompaña las tostadas es un buen ejemplo. Si la sustituimos por proteínas en forma de jamón de york o serrano, o un huevo revuelto o en tortilla, nuestro desayuno será más completo, más saciante y bajo en calorías. Pero si lo tuyo sigue siendo la mermelada, prueba a hacer una casera sin azúcar y te evitarás el azúcar extra.
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Toma avena en lugar de cereales envasados
Los cereales envasados son una de las peores opciones posibles para nuestros desayunos porque son verdaderas bombas calóricas repletas de azúcar (casi la mitad de la caja). Es cierto que algunas variedades integrales no son tan terribles como el arroz inflado con chocolate, pero lo ideal es descartarlos de nuestra dieta.
La avena, en cambio, es un cereal muy rico en fibra con un bajo índice glucémico, que podrás combinar perfectamente con un bol de leche adornado con fruta.
Sustituye el yogur de sabores por uno natural
El yogur es una excelente opción para incluir los lácteos en nuestro desayuno, siempre que sea natural sin azúcares añadidos. Los yogures de sabores, sean o no desnatados, estén o no enriquecidos con bífidus, contienen azúcares innecesarios para tu organismo. Elige siempre un yogur natural de buena calidad que puedas aderezar a tu gusto y combinar, por ejemplo, con algo de fruta.
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