Uno de los problemas psicológicos con los que convivimos son las fobias, temores irracionales que, si se tratan, pueden desaparecer. Nacen del asco, de la aprensión, de un estado de ansiedad y de estar rumiando constantemente, anteponiendo el accidente o un final catastrófico, no siempre debido a una experiencia anterior traumática. La fobia a los animales es una de las más comunes.
"Estos miedos exagerados producen malestar clínico y pueden desencadenar un ataque de ansiedad o de pánico", afirma el profesor Antonio Cano Vindel, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Generalmente, no responden a los tratamientos farmacológicos, sino a una terapia conductivo-conductual en la que se haga ver lo ilógico e irracional del miedo.
Por ejemplo, “es tan probable que uno sufra un accidente de avión como que toque la lotería. Sin embargo, nunca damos una entrada para un piso confiando que el resto lo pagará el dinero que ganemos en este premio. Pero sí sentimos la angustia de morir en un accidente aéreo cuando vamos a emprender un viaje”, reflexiona el especialista en ansiedad y estrés. De ahí que haya que entender por qué se producen las fobias y buscar ayuda profesional para no ponernos límites y poder disfrutar de todas las oportunidades que nos brinda la vida.
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Pánico a los perros
Cuando el objeto de nuestra fobia son los animales domésticos, en concreto los perros, no solo nos exponemos a pasarlo mal -ya que el 40% de los hogares españoles convive con una mascota, con lo que es muy probable que nos toque visitar a algún amigo que conviva con estos animales- sino también nos perdemos la oportunidad de disfrutar de la compañía de estos nobles peludos de cuatro patas.
"La fobia a los animales, o zoofobia, puede afectar a cualquier persona, aunque aqueja en mayor medida a mujeres que a hombres. El 90% de las fobias a animales se desarrolla en la infancia, aproximadamente entre los ocho y los nueve años", explica la psicóloga Natalia Ayelén Tomé Grosman, del Hospital Vithas Parque San Antonio (Málaga).
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¿Por qué se desarrolla una fobia?
Según explica la psicóloga, en el origen de una fobia hay que tener en cuenta dos factores: la vulnerabilidad biológica y la psicológica.
- La vulnerabilidad biológica consiste en una hipersensibilidad neurobiológica al estrés, genéticamente determinada. Ciertas personas pueden tener un sistema nervioso autónomo lábil o inestable, que se activa fácilmente y es lento a la hora de reducir esta activación y volver a la calma.
- La vulnerabilidad psicológica se basa en la creencia del individuo de que no será capaz de predecir y/o controlar su respuesta ante situaciones estresantes. Esto puede deberse a la sobreprotección de los progenitores o, por el contrario, la falta de cariño, falta de apego, así como haber vivido episodios estresantes o traumáticos, y no contar con herramientas para superar este estrés.
"Una persona que en su infancia haya sido mordida por un perro, desarrollará o no una fobia en función de su vulnerabilidad genética y/o psicológica, así como por su personalidad, sus habilidades para afrontar el estrés, su sensibilidad a la ansiedad, etc", añade la especialista.
Aún así, "está claro que una experiencia negativa directa o indirecta (haber sufrido una mordedura o ver esta situación de cerca), genera un condicionamiento directo, que en función de la gravedad y sumado a la evitación de la situación tras la experiencia negativa, pueden acabar aumentando el riesgo de desarrollar una fobia", advierte.
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Ayudar a los hijos
Muchas veces la familia puede exacerbar la fobia sin darse cuenta, ya sea por el propio temor a que le suceda algo al pequeño, o por no saber gestionar de forma adecuada las emociones negativas. Aprender a mantener la calma y no dar importancia a ese miedo es, en ocasiones, la mejor manera de lidiar con este problema.
Por ello, no es bueno evitar encontrarse con los perros mientras se está con una persona que sufra fobia a los animales, ya que de esa manera nunca aprenderá a superarla. Si bien es cierto, que cuando el temor es excesivo, hay que exponerse de forma controlada y progresiva, para evitar un empeoramiento, y con la ayuda de un profesional.
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Cómo vencer la fobia de adultos
Aunque se había afirmado que la zoofobia puede remitir sin tratamiento en la infancia y la adolescencia, la tendencia general no parece ser esta. En los adultos, el trastorno tiende a ser crónico a no ser que se reciba tratamiento.
Principalmente, éste consiste en enfrentarse a las situaciones temidas y/o evitadas. Se denomina exposición en vivo (EV) y hoy, por hoy, es la mejor manera de manejar estos problemas y superarlos. Por ejemplo, "en el caso de la fobia a los animales, es bueno hablar sobre los que nos dan miedo, ver fotos o vídeos de los mismos, visitar lugares donde haya estos animales (tiendas, zoo, casas de amigos, etc.), pasear por calles en los que uno pueda encontrárselos, acercarse a ellos, escuchar sus sonidos, tocar y acariciarlos y alimentarlos", recomienda la psicóloga.
Antes de comenzar la EV, es conveniente dar información sobre el animal temido y corregir posibles creencias erróneas sobre este. También, puede ser necesario enseñar habilidades para manejar al animal en cuestión.
¿Y si adopto un perro?
Muchas personas que conocen a otras con fobias a los perros recomiendan, sin dudarlo, tener una mascota en casa. En opinión de la psicóloga Natalia Ayelén Tomé Grosman, puede ser beneficioso siempre y cuando se haga un trabajo de exposición previo. Es decir, "si mi hijo suele presentar una ansiedad elevada cada vez que ve a un perro, traerle uno a casa sin preparación previa y sin aviso, puede ser perjudicial. Sin embargo, con el tratamiento adecuado (exposición) llevado a cabo por un profesional de la psicología, puede resolverse la fobia en cuestión de semanas y toda la familia podrá disfrutar de un nuevo miembro canino", concluye la experta.
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