Un buen estado de salud es fundamental para envejecer de forma positiva y para afrontar la vida desde una perspectiva saludable. Sin embargo, cada vez es más elevado el porcentaje de personas que padecen patologías derivadas de 'malos hábitos', como es el caso de la diabetes y el colesterol, relacionadas con un estilo de vida sedentario y casos de sobrepeso. En este punto, conviene explicar que, más allá de los niveles altos de colesterol total, existen otros problemas relacionados con los lípidos que en muchas ocasiones se asocian con el primero y no tienen nada que ver.
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Es el caso de la dislipemia, también conocida como dislipidemia, un concepto que se utiliza para hacer referencia al nivel de lípidos (colesterol, triglicéridos o ambos) en sangre. En un primer término, queda clara la diferencia: tener niveles altos de colesterol está englobado en este término más amplio. Sin embargo, la dislipemia contempla otros episodios también relacionados con la cantidad de grasa en sangre. Por ejemplo, contar con un nivel elevado de triglicéridos, que son los elementos que el cuerpo libera al sistema circulatorio cuando digiere las grasas ingeridas a través de los alimentos. Son tan necesarios para el organismo como el propio colesterol, pero son un problema si no se utiliza la energía que proporcionan y esta se acumula en las arterias en forma de grasa.
Si tus controles habituales registran cualquiera de estos dos casos, así como niveles bajos de HDL (colesterol bueno) o LDL muy alto (colesterol malo), estarías ante episodios de dislipemia.
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Causas y consecuencias de la dislipemia
La dislipemia puede ser heredada (primaria) o derivada de un estilo de vida poco saludable (secundaria). Una rutina sedentaria, el consumo excesivo de grasas, especialmente de las llamadas trans o hidrogenadas, una dieta pobre en fibra o el tabaquismo son algunas de las causas que pueden favorecer la aparición de esta patología.
Cuando existe un nivel alto de lípidos en sangre, estos tienden a acumularse en las paredes de los vasos sanguíneos, lo cual es altamente peligroso, pues se convierte en factor de riesgo para la salud cardiovascular. Además, los casos de dislipemia se asocian frecuentemente con afecciones como infarto de miocardio, diabetes o hipertensión.
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Síntomas de la dislipemia
Resulta complicado detectar esta disfunción sin acudir a un médico, pues es necesario realizarse un análisis de sangre para confirmarlo. Se trata de una enfermedad asintomática y, por tanto, conviene hacerse revisiones habituales. Por desgracia, en ocasiones su detección puede llegar cuando las consecuencias (enfermedad coronaria, infarto cerebral, ateroesclerosis o pancreatitis aguda) se manifiestan en una fase avanzada de la dolencia. Las recomendaciones de los profesionales pasan por promover un estilo de vida saludable, con alimentación variada y actividad física.
En los adultos se recomienda que, en total, el nivel de colesterol en sangre sea inferior a los 200 mg/dl, siendo más perjudicial que esté alto el LDL (malo) que el HDL (bueno). En cuanto a los triglicéridos, unos valores superiores de 150 mg/dl se podrían considerar anómalos.